Si los autores clásicos sustentan que la comunidad implica una realidad social en la que están presentes algunos elementos definitorios, como la existencia de un colectivo humano capaz de ser sujeto y protagonista de acciones y decisiones, con voluntad para influir en el cambio, es imposible entonces que las autoridades políticas y gubernamentales intervengan para transformar el barrio desde una posición superior, en el caso de Cuba, con relación al grupo de trabajo comunitario.
