Las Tunas.- En ocasiones escuchamos mencionar que comportarse de una manera u otra es una cuestión cultural; que nada está bien o mal, sino que, dependiendo de la sociedad y de la época en la que tenga lugar, estará mejor o peor considerado. Sin embargo, estas afirmaciones no siempre resultan acertadas.
Es cierto que hay cuestiones que tienen que ver con los usos, costumbres y prioridades de cada cultura o época histórica y, por lo tanto, cambian.
Pero no todo pasa por ahí, los valores existen y son fundamentales para la humanidad, esos que no están determinados ni por la cultura ni por la religión ni por el tiempo ni por ningún otro condicionante, son innatos al ser humano, perdurables en el tiempo y trasladables a cualquier lugar del mundo.
Un sistema de valores sólido sirve para sentar principios que orientan las acciones y decisiones de la vida cotidiana, forman parte de la identidad personal y cultural, reflejando creencias, y son fundamentales para establecer vínculos saludables, al proporcionar un marco común de referencia.
Sin embargo en la sociedad actual que nos inunda corremos el riesgo constante de perder esta brújula moral, en los tiempos que corren lo material, lo tangible, los recursos económicos pasan por encima de cualquier sistema de valores cuando la práctica lo precisa, de esta realidad, hay que alertar y salvar a las generaciones más jóvenes.
Por eso es tan importante educar en valores a los niños: el respeto al prójimo, la tolerancia, la bondad, la paz, la solidaridad, el amor, la justicia, la responsabilidad, la equidad, la amistad, la libertad y la honestidad, son algunos de los pilares básicos para la vida.
No solo les ayuda a ser mejores personas, capaces de relacionarse y comportarse de manera correcta en cada momento, sino que una educación basada en los valores humanos les aportará seguridad, confianza, fuerza, sabrán qué hacer y qué esperar de los demás.
Favorecen el respeto a los derechos de todos y promueven el bienestar común, y como no son innatos, se aprenden y se desarrollan a lo largo de la vida, es fundamental educar y promoverlos en todos los ámbitos, desde la familia hasta la escuela y la sociedad en general, para construir una sociedad más justa, equitativa y armoniosa.
Al final, guiarnos por el norte de esa brújula, no solo nos muestra el camino correcto a seguir, sino que desde la satisfacción nos hace sentir alineados a nuestras creencias más profundas.
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