Por Dayana García Roldán
Las Tunas.- Los cubanos son herederos de una gran fortuna, quizá no tangible como un cofre lleno de diamantes; pero sí tan real como la vida misma. En esta Isla resulta imprescindible hablar sobre “un hombre sincero de donde crece la palma”, el cual marcó la historia para defender su tierra.
Se dice que cuando las manos traviesas de un niño son capaces de sostener un libro, es porque ya está en su “edad de oro”. Karin Fontaine Zayas conoció al Apóstol a través de su familia y los maestros en la escuela, pero su ímpetu de aprender le sembró a José Martí en el pecho.
“Era muy pequeña cuando comencé a leer sus escritos y a medida que lo hacía, aumentaba mi curiosidad por aquel hombre llamado Martí. Según fui creciendo, me acercaba a él y su pensamiento a través de concursos relacionados con su obra. Sin embargo, no fue hasta este año que tuve el privilegio de presentar en el seminario, tanto municipal como provincial, un trabajo investigativo acerca de su vida”, cuenta Karin y los ojos le brillan.
Ella agradece el apoyo de sus seres queridos porque “mi mamá es mi ejemplo por seguir, es quien me ha inculcado el amor por el estudio y mis ganas de superarme. Mis abuelos también son incondicionales. De hecho, dado que mi mamá estaba ingresada esperando un bebé, le dije a mi abuelo que si podía acompañarme a este evento. Por supuesto, él aceptó. Y junto a mí fue cómplice para defender la historia”.
Karin es del municipio Puerto Padre y desde allá ha mantenido un constante vínculo con el Movimiento Juvenil Martiano en la provincia. Como parte de ese grupo de fieles seguidores del Apóstol, participa en diferentes escenarios donde sea que se encienda una antorcha por un “verso, breve y sincero”. Orgullo siente al decir que “he estado en desfiles, en el concurso Leer a Martí, y en festivales de clase en los que he utilizado algunas de sus obras”.
Los historiadores cuentan las hazañas de un héroe, un profeta, maestro de muchos que organizó su propia guerra. Sin embargo, el recorrido por una línea en el tiempo solo dibuja la silueta de un “pino” gigante que hizo mucho y murió nuevo. Para descubrir al niño de la calle Paula se debe sentir su escritura a tal punto, que duelan los grilletes en los tobillos.
El humano detrás de tantos apelativos, quien creía fervientemente en el poder milagroso del amor, aún respira dentro de cada página. Y en estos tiempos, siempre difíciles, acercarse a él se traduce en una tregua fecunda en la que reposa el futuro.
“Es un ideal a seguir por todos los niños y jóvenes, por todos aquellos que amen la virtud de ser útiles y deseen el bienestar común. Martí habló sobre la naturaleza, la amistad y encierra lo más puro de nuestras luchas. Fue reflejo de amor a la Patria, a la humanidad. Por eso debemos acercarnos a la obra martiana y conocer la importancia de dar y recibir”, afirma esta muchacha.
Sin dudas, entre los pensamientos del más universal de los cubanos sobresale el referido al papel indiscutible de la juventud dentro de cualquier empeño. Y nunca fue tan certero como en julio de 1953. Nunca fue tan vigente como hoy, en una sociedad cuyo porvenir apenas asoma el capullo.
“Como joven, antes de todo debemos ser conocedores de nuestro pasado. Ser amantes y defensores de las bellas tradiciones del pueblo cubano. Jamás debemos olvidar quiénes somos y de dónde venimos. Siempre hemos de recordar lo que podemos hacer y cómo hacerlo para parecernos cuanto sea posible, a nuestro tiempo”, expresa la puertopadrense.
En los hombros de la experiencia se halla el suelo donde crecen los “pinos nuevos”. Depende de cuán fértil esté la tierra para que se estiren hasta alcanzar tiempos mejores. Frente al espejo de la actualidad aparece un Martí grande que abraza con su herencia, a millones de Ismaelillos.
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Excelente artículo! Gracias por publicarlo. Estoy muy orgullosa de mi hija🥰😍😘 Saludos desde lo más profundo de mi corazón.