Las Tunas.- Cuando el meteorólogo anuncia la categoría 5 y los vientos comienzan a rugir, la primera línea de defensa no son solo los techos de concreto ni las rutas de evacuación: es el alma colectiva de un pueblo.
La experiencia cubana frente al huracán Melissa nos deja una lección profundamente humana: que la cultura no es un adorno para tiempos de paz, sino una herramienta de supervivencia en la tormenta.
En los días previos al impacto, mientras las autoridades movilizaban recursos y coordinaban evacuaciones masivas, el arte operaba como sistema nervioso comunitario. Las emisoras de radio que transmitían boletines oficiales entremezclados con música cubana cumplían una doble función: informar el rumbo del huracán y calmar el espíritu. Los ancianos que recordaban tormentas pasadas mientras protegían sus fotografías familiares no practicaban solo nostalgia -ejercitaban la memoria como anticuerpo contra el pánico.
Lo extraordinario del caso cubano es cómo convertimos la vulnerabilidad en potencia cultural. En los albergues, donde el hacinamiento y la ansiedad podrían haber creado tensiones, surgieron espontáneamente funciones de títeres para niños, recitales improvisados, círculos de narración oral. Estas no fueron distracciones menores, sino actos de resistencia psicológica, cada canción compartida era un recordatorio: seguimos siendo comunidad aunque el viento intente frenarnos.
La lección que va dejando Melissa trasciende lo meteorológico: nos muestra que la resiliencia no se mide solo en infraestructura reconstruida, sino en la capacidad de una comunidad para narrarse a sí misma su propia supervivencia. Mientras las grúas retiraban escombros, los poetas ya estaban traduciendo el dolor en versos, los músicos en canciones, los pintores en lienzos.
Cuba, con su profunda tradición de convertir la adversidad en arte, nos recuerda que frente a las fuerzas más destructivas de la naturaleza, la creación cultural se convierte en el último y más poderoso refugio: aquel que habita en el espíritu humano y que ningún viento puede derribar.
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