Por: Yoel Romero González.
Las Tunas.- La historia de Sarbeli Suárez Soria parece como extraída de una telenovela, de esas que llevan incluido premios al mejor guión y mejor actuación femenina, pero tan fehacientes como la vida misma.
Maestra de profesión y amante de la aventura por naturaleza esta tunera, graduada en la otrora Formadora de Maestros Pepito Tey, depone triunfos más allá de un título en la pared.
Cuando apenas contaba con 18 años de edad inició su trayectoria en el deporte al ser captada en el mismo lugar donde estudiaba, por el instructor Adalberto Villavicencio Rojas para una especialidad llamada Politrón que combinaba el paracaidismo con otras modalidades como salto, carrera a campo traviesa, tiro y nado, lo que, sin dudas, demandaba mucho entrenamiento, habilidades y preparación, desde el aspecto físico como mental.
Continuó en los menesteres que, sin calcular cuán apasionantes podrían ser, le llenaban el alma, hasta que en 1997 surgieron nuevos derroteros en el destino de Sarbeli, quien encontró en Ernesto Rafael y José Alberto Martínez Suárez el regocijo de gestar otras vidas desde su propio ser, de saberse madre.
Estuvo de licencia materna hasta 1999, pero con la llegada de los primeros años del siglo XXI fue discípula del instructor Irais Palmero, manteniéndose por más de 15 calendarios de manera ininterrumpida, en la pasión del paracaidismo.
Por motivos personales hace alrededor de seis años decidió tomarse un descanso, pero siempre con el deseo latente de volver a subirse a un avión y lanzarse al vacío como en épocas pasadas.
Pese a llevar cierto tiempo sin saltar ha mantenido el vínculo con los eventos organizados por el Club de Deportes Aéreos Filial Las Tunas apoyando en todo lo que puede y transmitiendo a los que se inician en este arriesgado deporte toda la experiencia acumulada por más de seis lustros en desafío directo con el peligro, siempre ante la complicidad del cielo y el empuje de una ilusión a miles de metros de altitud.
Sueños, alas para retar el cielo.
En la práctica de esta exigente disciplina, encontró Suárez Soria el móvil para emplear su tiempo libre. En sus inicios -rememora- “precisaba de mucho esfuerzo y dedicación para asistir a cada uno de los entrenamientos porque eran cuatro modalidades y cada una requería de una preparación diferenciada, además que compartía horario con la docencia, pues mantuve los estudios en la carrera que había escogido”.
Archiva en su carrera deportiva la para nada despreciable cifra de 1055 saltos y solo ha tenido una emergencia (ocurre cuando el paracaídas principal no abre por alguna causa y hay que utilizar el de reserva), esto ocurrió cuando contabilizaba el salto número 120.
Al saltarse en esa época con equipos de menos precisión que los actuales buscó, como establecen los protocolos para estos casos, un lugar seguro para el aterrizaje, el cual realizó sin ninguna dificultad, escogiendo la placa de una vivienda localizada en una arteria cercana al Parque 26 de Julio, conocido como La Feria, plaza de saltos habilitada en esa ocasión.
Aunque ninguno de sus hijos se dedica al paracaidismo, Ernesto realizó su primer salto en Tándem (junto a un instructor especializado) en el municipio guantanamero de Baracoa, siendo para ella como madre una experiencia inolvidable y para él, un sueño convertido en realidad.
Para esta mujer viva estampa de coraje y dedicación, los principales riesgos de este deporte son el violar las reglas y procedimientos establecidos en cada uno de los procesos, tanto teóricos como prácticos “porque riesgos existen en cada momento de un salto en paracaídas”, enfatiza.
Cielo con rostro de mujer.
A su mente vienen algunos recuerdos de los distintos eventos en los que ha participado representando a Las Tunas, tanto municipales, provinciales, zonales y nacionales y aunque prefiere no hablar de resultados personales, las distintas generaciones conocen sobre su loable desempeño en estas lides.
Este Día de las Madres están representadas en la persona de Sarbeli, todas las féminas que dedicaron parte de su vida a la práctica de este deporte, ya que es la única tunera residente en el territorio que se mantiene activa de aquella generación que estuvo integrada, entre otras, por Harlys Batista, Rubiladir Toledano, Milagro Jorge, Pilar Domínguez, Galia Pérez, Ederlys Núñez, Ismari Parras, Eglis Neyra, Belquis Pérez y Mairobis Carmenate. Ellas, con estirpe de marianas, rompieron esquemas y dejaron las riendas sueltas para las experiencias del presente.
A todas, donde quiera que se encuentren, el agradecimiento infinito por formar parte de la historia y por situar a la mujer tunera en el sitial que le corresponde.
/lrc/
Comente con nosotros en la página de Facebook y síganos en Twitter y Youtube
0 comentarios