Las Tunas.- Los residentes en Las Tunas ya dijeron adiós al primeramente huracán Oscar y luego tormenta tropical con mucho alivio porque sus efectos sobre la provincia fueron mínimos si se compara con las expectativas que había, desde que se formó varios días antes.
La naturaleza quiso que no hubiera daños en el territorio tunero, aunque en Guantánamo las afectaciones son cuantiosas; incluso, con la pérdida de lo más valioso que hay en Cuba, las vidas humanas.
Aquí miles de hombres y mujeres de los ocho municipios se prepararon para no estar desprevenidos frente al fenómeno meteorológico y adoptaron disímiles medidas para evitar pérdidas de recursos materiales del Estado o de las personas y lo fundamental, para que no se lastimara ningún un ser humano.
Por eso se aceleró la recogida de viandas, frutas y otros productos agrícolas listos para cosechar y se trasladaron a zonas altas las cabezas de ganado que más peligro corrían, por la posible ocurrencia de inundaciones.
En medio de difíciles condiciones, multiplicadas por el colapso del Sistema Eléctrico Nacional, se distribuyó parte de la canasta básica pendiente, así como carbón vegetal, productos lácteos, cárnicos y de la pesca, alimentos elaborados y otros recursos destinados a las familias tuneras.
Los profesionales de la salud garantizaron la atención sanitaria, se protegieron los medios de transporte y se adoptaron otras decisiones en los Consejos de Defensa, a todos los niveles, para que nada pasara y, como dijo el presidente de ese órgano en la provincia de Las Tunas, Walter Simón Noris, para que no se afectará el pueblo ni la economía.
“Oscar” fue otra escuela en la organización, el control, la disciplina y la exigencia, asuntos claves para hacer frente al ciclón. Y en los barrios y las comunidades se desató una telaraña de solidaridad, manifestada de diferentes formas. No obstante, hubo acciones que merecen el repudio de la mayoría, como el hecho de cobrar para cargar un teléfono celular.
Como la temporada ciclónica se extiende hasta el 30 de noviembre, otro organismo tropical pudiera pasar cerca del territorio tunero y lo que vivimos los últimos días puede convertirse en una lección para todos, de modo que los daños no dependan de los hombres sino de la fuerza de los vientos y las precipitaciones.
Ahora multipliquemos la ayuda a los hermanos guantanameros, muchos de los cuales perdieron sus propiedades. Demostremos que con los tuneros siempre se puede contar y apoyemos las iniciativas de las organizaciones de masas para compartir con los afectados parte de lo que tenemos.
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