Abelnazer tiende puentes con señas de amor

26 de Nov de 2019
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Sabe del dolor y las limitaciones de la vida, mas no les teme: Abelnazer Reyes Rojas, desafía las adversidades y donde el destino impuso silencio, ella siembra diálogos permanentes; es una mujer que tiende puentes.

Durante un cuarto de siglo, esta maestra de habilidades comunicativas y trabajadora de la Escuela Especial Ramón Téllez ha construido nexos entre miembros de la comunidad sorda y las personas oyentes.

«Los ayudo hasta en mi comunidad, tengo vecinos que son sordos, que fueron estudiantes de aquí de la escuela y cualquier necesidad que tienen van a avisarme y le ayudo. Ellos tienen mi apoyo».

Ese respaldo germina en las aulas donde cada día es un desafío y una oportunidad para el crecimiento profesional y humano. Para quienes habitamos “el mundo de los sonidos” es difícil imaginar el tránsito que viven los niños que llegan hasta la “Ramón Téllez”, a veces en edad preescolar, y allí se empinan y crecen gracias a la dedicación de pedagogos como Abelnazer.

«Los primero es tener cierto dominio de la primera lengua de los niños, es decir, de la lengua de señas cubanas, así ellos pueden entender lo que una como maestra quiere transmitirle. Luego es tener mucho amor. Esta es una sublime profesión de amor y hay que tener mucho de ello para trabajar con niños con necesidades educativas especiales, más en el área de la audición».

De manera que más que armada de grandes recursos, llega a las aulas como muchos deseos de ensanchar a sus niños el horizonte y hacerles, cada día, caminar. Para lograrlo, dice, utiliza láminas u objetos para que los niños perciban la seña y la realidad que esta referencia: «debemos utilizar medios de enseñanza y buscar lo novedoso. También enseñamos la lectura labio facial, que es ¡tan difícil! por eso empezamos a trabajarla desde las edades tempranas. Al niño sordo le cuesta mucho desarrollarla. Hay que practicarla a diario y cuando se logra dominar incluso de costado la persona sorda  lee los labios y entiende».

Además de dar clases y con ellas ayudar a estos pioneros a desarrollar sus habilidades comunicativas, Abelnazer es la Guía Base de la escuela, así que tiene a su cargo coordinar actividades en las que sin importar las limitaciones débiles visuales y sordos comparten por igual junto a los educadores.

Para ella sus niños son especiales, algunos –me explica- viven lejos de la capital provincial y permanecen internos en la escuela donde día y noche cuidan de ellos. No obstante es un proceso duro porque deben alejarse de la familia desde pequeños, romper la barrera de la falta de audición y aprender a comunicarse. Yo, desconocedora del tema le pregunto lo evidente: ¿Cómo son en el aula, es difícil enseñarles?

«El niño sordo es una amor. El sordo se porta indisciplinado o con otra actitud de comportamiento cuando no lo entienden, cuando la persona que está con él no comprende lo que está diciendo. Muchas familias se quejan pero es que no dominan la lengua de niño y entonces no lo entienden. Cuando hay comunicación todo fluye de maravilla, porque el niño sordo es como otro cualquiera, solo le falta su audición. A mí me encanta trabajar con niños sordos, los prefiero».

Con esa sonrisa que dejan sus palabras le pregunto qué recomienda, como oyente y pedagoga, a las personas ajenas a ese mundo pero que desen establecer una comunicación fructífera.

«La persona cuando se enfrenta a un sordo debe ser respetuoso, no darle la espalda, no reírse de ellos. Si el sordo quiere comunicar o preguntar algo, atenderlo, mirarlo de frente; porque el sordo siempre te da un síntoma de los quiere decir: la expresión facial, corporal… y a la persona que no domina el lenguaje de señas se le facilita entender el mensaje de lo que quieren expresar. Todo eso es fundamental. ¡Ah! y respetarlos sobre todo».

Habla con total propiedad de este mundo donde las señas hacen los caminos de la voz y la palabra, y habla no solo por sus más de 25 años de trabajo; sino por la pérdida auditiva unilateral que le afecta hace un tiempo pero que no le pone freno a su constante actividad, a sus sueños, a su vida.

«Sí ha sido difícil, pero lo voy superando. La verdad no me  molesta porque estoy entre la comunidad sorda casi a tiempo completo. Domino la lengua y me preparo porque voy a ir perdiendo audición; me preparo para el futuro. Sigo trabajando y me he sobrepuesto a mi deficiencia auditiva».

En ese trance impuesto por la vida su familia, sostiene, ha sido un apoyo único y vital.

«Mi familia ha sido de amores. Es colaboradora conmigo y ahora más. Mi hija también conoce el lenguaje de señas porque se crío en la escuela y eso ayuda».

Y allí, en la escuela Ramón Téllez, la dejo y allí la encuentran cada día padres, compañeros de trabajo y sus alumnos; porque Abelnazer Reyes Rojas es feliz, una mujer que se siente útil y orgullosa de tender puentes con señas de amor.

/nre/

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