Guillermón Moncada, el heroísmo invicto

26 de Jun de 2019
   55

Las Tunas.- Ninguna bala enemiga, ni el machete traicionero pudieron doblegar al gigante negro que durante las tres guerras por la independencia de Cuba dio duro batallar al Ejército Español.

Tocaría a la infame tuberculosis, contraída durante la cruel prisión a la que fue sometido, la dudosa gloria de arrebatarle a Guillermo Moncada Veranes, el honor de morir como había vivido, luchando contra los males del colonialismo.

Natural de Santiago de Cuba, nació descendiente de esclavos el 25 de junio de 1841.

Sus ideas de rebeldía contra la opresión y la discriminación racial lo llevaron a incorporarse tempranamente, en 1868, al alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes, a las órdenes del general, Donato Mármol.

Desafiando su escasa instrucción, y a fuerza de coraje se ganó su primer ascenso como segundo Jefe de su tropa a solo un mes de iniciada la contienda mambisa y comenzó a destacarse por su extraordinaria inteligencia entre sus compañeros.

Guillermón, luego combatió a las órdenes Máximo Gómez. Incursionó como experto guerrero en Camagüey con Calixto García y regresó al Oriente con Antonio Maceo.

También en Mangos de Baraguá, sería un puntal valioso al lado del Titán de Bronce, y ya con grados de general de brigada, al rechazar firmemente el Pacto del Zanjón.

De su decisión de no claudicar dio claras muestras al organizar la Guerra Chiquita en unión de José Maceo y Quintín Banderas.

Al fracasar este nuevo intento y escapar de prisión, José Martí lo designó jefe de la provincia de Oriente, como líder indiscutible y el jefe de mayor prestigio allí, en ausencia de Antonio Maceo, para llevar adelante la Guerra Necesaria en 1895.

Solo su carácter indomable le permitiría alzarse justo el 24 de febrero de 1895 en Alto Songo, cumpliendo la orden del levantamiento armado. Allí, le confió la jefatura al Mayor General Bartolomé Masó al presentir cercano su fin.
El cinco de abril de 1895, en el campamento de Joturito, el general de las tres guerras se fue de este mundo, con los pulmones pulverizados por la enfermedad y el heroísmo invicto.

Su nombre pervive asociado al espíritu rebelde y de resistencia del pueblo cubano.

/nre/

Comente con nosotros en la página de Facebook y síganos en Twitter y Youtube

Últimas noticias

Los Leñadores, a un triunfo de la Liga Élite

Los Leñadores de Las Tunas continúan su paso firme en la temporada y este martes alcanzaron su victoria número 47, un resultado que los coloca a un solo paso de asegurar el boleto directo hacia la venidera Liga Élite del béisbol cubano.

Vence rapero tunero en festival nacional

Recientemente, el tunero Marcos Rafael García Valera, Mason en el universo artístico, obtuvo el primer lugar del I Festival Nacional Cuba Freestyle, desarrollado en La Habana, competición que reunió a 11 contendientes, de diez provincias del país, luego de un proceso de eliminatorias que inició con 150 videos de inscripciones.

Celebró Las Tunas el Día del Educador

Con la presencia de las máximas autoridades de la provincia celebraron en Las Tunas un acto en conmemoración al día del educador, desarrollado en el SI Jesús Argüelles.

Más leido

Otras Noticias

El día en que la columna 12 perdió a su artillero 

El día en que la columna 12 perdió a su artillero 

Casi dos meses hacía ya de la llegada de la columna rebelde, a la que le habían encomendado estratégicas misiones en la parte más occidental de la actual provincia de Las Tunas, cuando en uno de esos cometidos pierde a su mejor artillero.

Legado de coraje y ternura

Legado de coraje y ternura

El 28 de noviembre de 1893, se apagó el corazón de Mariana Grajales. Pero no su legado ni su ejemplo. Nacida en Santiago de Cuba en 1815, Mariana no fue solo madre de Antonio, José y tantos otros hijos que empuñaron el machete por la independencia. Fue madre de una causa, de una ética, de una Cuba que aún no existía, pero que ella ya soñaba libre y digna.

Fidel: el pulso de la Revolución

Fidel: el pulso de la Revolución

Hay figuras que se imponen por sus ideas, otras por su voz. Fidel Castro lo hacía por ambas y por algo más, su carisma, por ese magnetismo que convertía cada palabra en un acto, cada gesto en símbolo, y cada silencio en mensaje.

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *