Una terrible explosión conmocionó La Habana y a toda Cuba, aquel 4 de febrero de 1960. Se trataba de la bodega del barco francés La Coubre que desde el día anterior se encontraba en el muelle de Pan American del puerto capitalino.
Obreros portuarios y soldados estaban inmersos trasportando a tierra el cargamento de armas procedentes de Bélgica y compradas por la naciente Revolución para su autodefensa.
Sin embargo, pasadas las tres de la tarde se produjo un estallido al mover el cargamento de granadas.
Inmediatamente los máximos dirigentes revolucionarios, la policía, los bomberos y la población en general se movilizaron para prestar ayuda a las víctimas.
El Comandante Ernesto Guevara al escuchar la detonación se dirigió al lugar de los hechos y allí prestó su ayuda como médico.
Minutos después, ocurrió una segunda detonación, más fuerte que la anterior, que provocó más muertes y mutilaciones entre los socorristas.
Más de un centenar de personas murieron y unos doscientas sufrieron heridas y mutilaciones graves de sus miembros
Al día siguiente en el sepelio de las víctimas, el líder cubano Fidel Castro Ruz, ante la multitud indignada y enardecida, pronunció por primera vez la consigna de «Patria o Muerte», y dejó claro que ese horrendo crimen había fortalecido en el pueblo la decisión de seguir adelante por el camino escogido.
El gobierno cubano encontró pruebas que demuestran que el atentado fue organizado desde el exterior y que lo vinculan a agencias estadounidenses.
La explosión de La Coubre es considerada el primer atentado terrorista contra la Revolución cubana, el cual dejó bien claro, desde sus primeros años, que los Estados Unidos están dispuestos a realizar los actos más violentos y sanguinarios con tal de destruirla.
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