No es la primera vez que el lenguaje de la animación cinematográfica marida con la música y el videoclip. Siempre hay que acudir, por ejemplo, al maestro Juan Padrón animando las jacarandosas imágenes de Píntate los labios, María en la versión excelente de Eliades Ochoa, o a aquel sugestivo corto que Bárbaro Joel Ortiz realizó con otro clásico: Veinte años, de María Teresa Vera y Nena Aramburen, por solo citar dos textos fílmicos basados en técnicas de animación diferentes, pero con análogos resultados.
