Las Tunas.- Para la Mayor Ailyn Vega de Castro, jefa de la Unidad Técnica de Prevención de Incendios en la provincia de Las Tunas, la carrera de bombero no es simplemente una profesión, sino su razón de ser.
Sus inicios en el servicio se remontan a una temprana edad, constituyendo la única trayectoria profesional que ha emprendido.
Aunque es graduada de Economía, confiesa que nunca ejerció esa carrera. Su vocación siempre estuvo orientada hacia el Cuerpo de Bomberos. “Siempre me gustó los bomberos, tenía mi inclinación”, relata. A los 20 años, logró su objetivo: ingresar al Ministerio del Interior y, dentro de él, al Cuerpo de Bomberos, donde permanece hasta la actualidad.
Su ingreso a la institución fue impulsado por un ferviente deseo. Natural de Guantánamo, su reputación como una joven apasionada por el oficio llegó a oídos del entonces jefe de los bomberos en esa provincia. Tras una entrevista en la que expuso sus motivaciones, recibió la orden: “Prepárate que vas para los bomberos”. Así inició su camino, que incluyó su paso por la escuela de formación para convertirse en bombero profesional.
El incendio que dejó huella
Entre los numerosos servicios a lo largo de su carrera, la Mayor Vega de Castro recuerda uno particularmente impactante: el incendio de la tienda El Fénix, en la ciudad de Las Tunas. Describe el suceso como complejo y difícil, debido a las características de la edificación, que hacían difícil su extinción, especialmente al ocurrir en horario de madrugada.
Aunque reconoce que no pudieron salvar el establecimiento comercial, que se quemó por completo, enfatiza el éxito táctico fundamental que lograron, “evitar la propagación. Ese incendio me marcó mucho”, confiesa, refiriéndose a la faceta más humana y sensible de la profesión.
La mayor satisfacción: El colectivo
Sin embargo, su mayor satisfacción no reside en el reconocimiento individual por un servicio. En su cargo actual, su labor se centra más en la prevención y las medidas profilácticas para evitar siniestros.
“Mi mayor satisfacción es que mis compañeros, ahora mismo, se pasaron días, de días, salvaguardando vidas humanas. Esa es la mayor satisfacción de un bombero. No hay de otra”, sentencia.
El apoyo familiar y los retos de una vlocación
La Mayor Vega de Castro destaca el respaldo de su familia, especialmente de sus padres, quienes pertenecían al mismo ministerio. “Siempre me respetaron y me apoyaron mucho”, afirma, reconociendo que la decisión no era convencional en una profesión tradicionalmente vista como masculina. Su madre, en particular, solía decir que ella era “su varón”, siendo hija única. Su padre, ya fallecido, fue un pilar fundamental en su determinación.
Sobre los desafíos, es enfática: “Es una carrera difícil”, explica que los bomberos deben ser muy humanos pero a la vez valientes, con una preparación constante y dedicación absoluta. “En ella se nos va la vida si no sabemos”, advierte a las nuevas generaciones, a quienes insta a prepararse con rigor.
Una elección de vida
Como madre de dos hijos ya adultos, reconoce que estos bromean diciéndole que “la unidad es lo único” que la mueve. No obstante, subraya que en su hogar prevalece el respeto mutuo y la autonomía para tomar decisiones. “Bombero es y va a ser siempre mi vida. Mi prioridad, mi razón de ser”, sentencia.
Pese a las dificultades, su convicción es inquebrantable. “Si vuelvo a nacer, vuelvo a ser bombera, realmente es lo que me gusta de corazón”, asegura.
Esta vocación, que concibió desde niña tras presenciar un incendio a los 7 años, se mantiene como prioridad absoluta de la Mayor Ailyn Vega de Castro.
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