Las Tunas.- Alexei Cobas Osoria, técnico de Rescate y Salvamento, con apenas tres años en la profesión, acaba de vivir la experiencia más intensa de su carrera en las recientes labores tras el paso del huracán Melissa en la zona de Río Cauto, Granma.
Su voz se carga de emoción al recordar a las muchas personas que se quedaron sin nada y que esperaban ayuda. «Para mí es un honor, una satisfacción haberlas ayudado. No olvido cuando el motor de la lancha se tupió, no arrancaba y había dos señoras encamadas, que no podían caminar. Las llevamos, uno de la Cruz Roja y yo, en un botecito, caminando por todo el agua en un tramo de tres kilómetros. Cuando llegamos allá, los familiares de las personas estaban orgullosos. Eso no se me olvida. Fue algo para mí, grande».
Esa gratitud es el combustible que alimenta el espíritu de los rescatistas, especialmente en un trabajo donde no siempre es posible el final feliz. «Hay ocasiones donde no puedes salvar una vida, pero cuando se logra, la recompensa es emocional. Cuando salvo una vida, me da en algún momento un escalofríos tan grande en el cuerpo».
Cobas nos cuenta que en esta oportunidad tuvo que dejar a su niño con su suegra, pero cumplió con su deber.
La unidad entre los rescatistas es otro pilar fundamental. «Los bomberos somos una familia. Y vivimos uno arriba del otro para que a nadie le pase nada».
Esta fraternidad se puso a prueba en la misma misión en Guamo, en un momento de extremo peligro. «Un compañero mío se estaba ahogando. Nos viramos en la lancha. Se hundía, lo cogí por el brazo y lo saqué. Nos abrazamos allí, lloramos, porque no es solo la labor que realizamos, sino el vínculo humano. En la provincia solo somos cinco de rescate y salvamento y somos hermanos»
La historia de Alexei Cobas en el rescate comenzó de la manera más práctica. «Yo entré a los bomberos de chofer. Me gustó la profesión de salvar vidas, porque manejaba el carro de rescate. Siempre iba a los incendios, y me llamó la atención. Hice el proceso y aprobé. De aquí no quisiera irme».
Con la experiencia aún fresca, Cobas lanza una invitación a las nuevas generaciones. «Todos los jóvenes que tengan entre 18 y 35 años de edad pueden venir aquí al comando 105. El trabajo es duro, pero cuando salvas una vida, comprendes el honor que representa ser técnico se rescate».
Alexei Cobas Osoria encarna la esencia del rescatista. Sabe de la valentía que nace de la compasión, la fuerza que se encuentra en la unidad y la profunda satisfacción de saber que, en medio del caos, se puede ser el faro de esperanza para quien más lo necesita.
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