La huelga del 9 de abril empoderó a la Revolución

9 de Abr de 2019
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Con gran participación popular, la huelga general del 9 de abril de 1958 convocada por el Movimiento 26 de julio expresó la disposición del pueblo cubano de contribuir al derrocamiento del régimen de Fulgencio Batista.

El Ejército Rebelde se había fortalecido en la Sierra Maestra y ya extendía con éxito las acciones en el llano. Para acelerar el fin de la dictadura, Fidel Castro convocó al pueblo a paralizar el país.

Protagonista de los hechos, el combatiente de la Revolución cubana, Raúl Catalá Verdecia accedió a compartir sus recuerdos con los lectores de Tiempo21.

¿Cómo se organizó la huelga en Las Tunas?

«Cuando se supo de la huelga, se realizó un trabajo de preparación. Se localizaron los mimeógrafos que existían y con ellos se imprimieron las propagandas en las que se llamaba a la huelga y se distribuyeron en todos los comercios de la ciudad de Las Tunas. El llamado era a cerrar los locales y a cooperar con la Revolución».

¿El pueblo se sumó a las acciones?

«Si, en casi todo los comercios de la ciudad había gente del Movimiento 26 de julio. Algunas tiendas no cerraron, pero los dependientes no fueron a trabajar ese día. Entonces, qué hacían los soldados, cuando pasaban por un establecimiento y lo veían cerrado tumbaban la puerta y tiraban las mercancías para la calle. Es verdad que el pueblo cerró y se salió para la calle al llamado de la huelga».

¿Cuál fue la reacción del ejército ante la huelga?

«Varios revolucionarios fueron asesinados en Las Tunas. Pero al que más recuerdo porque lo conocí fue a Heriberto Domínguez. Ese día estaba cerca del río Cornito, habían cerrado la carretera con palos para evitar el tránsito. En eso pasó un Jeep del ejército batistiano y apresaron a Heriberto. Allí le dieron golpes con las culatas de los fusiles y lo dejaron por muerto. Muchos combatientes también se alzaron por miedo a las represalias. Otros fueron asesinados días después cuando los chivatos los denunciaban, eran apresados y ahorcados».

Decenas de combatientes murieron en las acciones o fueron asesinados por los cuerpos represivos. En los días siguientes fueron arrojados cadáveres en diversos lugares de Cuba, con muestras de torturas.

Desde el 31 de marzo en respaldo a la huelga, los frentes guerrilleros del llano, al mando de Camilo Cienfuegos realizaron varios combates para mantener el jaque a los soldados enemigos en la región del Cauto, Bayamo, Holguín y Las Tunas, entre los que destaca el combate de Ojo de Agua, en el municipio de Majibacoa, el 8 de abril de 1958.

A pesar de que no logró su cometido, la huelga general revolucionaria demostró la adhesión del pueblo cubano con el proceso revolucionario e impulsó la ofensiva que culminó con el triunfo definitivo del primero de enero de 1959.

Así lo destacó meses después Fidel Castro: «Afirmarlo con toda la autoridad que nos da el haber sido actores en aquellas horas decisivas: fue la huelga general la que destruyó la última maniobra de los enemigos del pueblo; fue la huelga general la que nos entregó las fortalezas de la capital de la república; y fue la huelga general la que dio todo el poder a la revolución».

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