Ninguno lo negó. Fueron sinceros, transparentes como es la juventud. Extrañan la casa, la familia y ansían que el nuevo coronavirus deje de ser una amenaza. Pero mientras ese sueño llega, estos muchachos asumen el nuevo desafío y demuestran, una vez más, la valía de nuestra juventud. Están con las manos en la obra, la suya, la de su tiempo; su escalón para crecer.
