Las Tunas.- En la provincia de Las Tunas, la producción de alimentos dejó de ser una utopía para convertirse en un reto, en algo posible y sostenible en el tiempo, a partir del esfuerzo de miles de personas a lo largo y ancho del territorio y de la búsqueda de soluciones a los obstáculos que aparecen en el camino.
Sin dudas, es una tarea sumamente difícil pero posible; que demanda de mucha entrega, de recursos materiales prácticamente inexistentes y de tiempo, porque tanto la agricultura como la ganadería requieren del paso de los días, las semanas, los meses y los años para apreciar los resultados.
Si bien una vaca necesita alrededor de cuatro años para entrar en la fase óptima de la reproducción, las plantaciones de plátano se pueden cosechar transcurrido un año; la yuca entre seis y ocho meses después de la siembra y los renglones de ciclos cortos, entre tres y cuatro meses, en su mayoría.
Apreciar los resultados de un día al otro es imposible porque los seres vivos tenemos etapas de crecimiento y en la actividad agropecuaria no hay excepciones; pero, las principales autoridades políticas y gubernamentales de la provincia acompañan a los productores.
El Comité provincial del Partido, por ejemplo, tiene un acuerdo relativo a la conformación de un polo productivo por municipio y un segundo en el caso de los territorios que ya lo tenían. De esa voluntad nacen intenciones, como el área de San Alberto, en Amancio, y Rojas, en Jesús Menéndez.
En ambos casos, el potencial es enorme porque se trata de áreas que estaban improductivas pero se caracterizan por la calidad de sus suelos, la presencia de unidades productoras, la disponibilidad de agua y el deseo de campesinos y trabajadores estatales de apoyar a la batalla más fuerte que se libra en estos tiempos.
Hoy los resultados están muy distantes de las demandas del pueblo. Y ni hablar de los precios, que corroen el bolsillo, el alma y la confianza. Transformar esas circunstancias es un empeño mayúsculo en Las Tunas y lograr más comida en las mesas, un imperativo.
La población no se alimenta de palabras ni de números, proyecciones o planes. Pero, la estrategia que sigue la provincia va por buen camino. Y no porque se diga desde este espacio, sino a partir de la valoración de los especialistas que comparan estos tiempos con otros más recientes.
Ahora, lo primordial es no retroceder en tantos empeños y seguir sembrando cuanta superficie esté vacía, a pesar de las carencias materiales y las afectaciones del clima. Esa es la clave de la soberanía alimentaria y de la satisfacción de los residentes en este terruño.
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