Las Tunas.- Formar una familia es la meta y el sueño de todos los enamorados. Piensan en eso desde el primer beso de amor, tejen proyectos para el mañana y poco a poco los van cumpliendo, con fidelidad, optimismo y altas dosis de pasión y cariño.

Ese es el ideal de la mayoría, aunque lamentablemente muchas parejas no llegan al punto final del viaje de la mano de ese amor. Son altas las cifras de separaciones; pero, también alientan ejemplos de amor que superaron obstáculos y distancias para seguir unidos hasta el último instante.

La familia soñada, con madre, padre, abuelos, tíos, nietos, hermanos, sobrinos y el amor… es única e invaluable, como un reloj en el que todas sus piezas encajan para funcionar perfectamente.

Es en la que están juntos y buscan soluciones a los problemas comunes, tanto materiales como espirituales o sentimentales. Y es la que fortalece las alas a los hijos para cuando levanten su propio vuelo.

Esa es la familia, un diamante indestructible cuando se piensa en colectivo, una mezcla de personas imperfectas que toleran los defectos de los más cercanos, un refugio en el que siempre sobra el aliento, y un manantial de abrazos.

No se escoge a los que nos dieron vida; pero, sí somos libres de seleccionar a nuestras parejas de entre tanta gente buena que camina a nuestro alrededor y somos, además, responsables de educar de manera perfecta a los hijos que llegan para alegría de todos.

Como célula fundamental de la sociedad, la familia es el horcón de cada ser humano, la razón de existir en los momentos de tristeza y el espacio para crecer, entregarnos y devolver amor en palabras y sonrisas.

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