Las Tunas.- Cuatro meses demoró la transformación de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Pediátrico Mártires de Las Tunas. Hoy el entorno permite la humanización de las atenciones a la población infanto-juvenil de la provincia con capacidad para 14 ingresos.
Imágenes de Elpidio Valdés, Chuncha, El Capitán Plin y otros personajes de la Isla del Coco le imprimen colores al interior de este servicio cerrado, que ahora dispone de dos cubículos nuevos para hemodiálisis y otro para la atención al niño prematuro.
La idea de la transformación surgió de la solidaridad y la sensibilidad que emerge tras escuchar al doctor Luis Enrique Rodríguez Pérez, quien en la asamblea de su colectivo expuso las necesidades «a gritos», que demandaba el local.
Del encuentro sobresalió la voz de un joven de 30 años, Yoiler Eduardo Aldana Batista, que invitado a la cita escuchó y enjugó sus lágrimas con la pasión por salvar vidas. De ahí su primer gesto, una donación y su compromiso con un servicio que al cierre del 2024 mantuvo en cero la tasa de mortalidad infantil en el menor de un año en Las Tunas.
Lo que en sus inicios permitió recuperar los últimos cubículos de aislamiento de la sala, cobraba un empeño mayor en el representante de la comercializadora de alimentos Sofía, y que se convirtió en muy poco tiempo en el proyecto Por Nuestros Niños Cultivando Sueños, bajo el sello de varios actores económicos y de trabajadores por cuenta propia, que se sumaron para colaborar con esta noble obra.

«Otros actores económicos se unieron a apoyarme la mipyme Ya Somos Dos, el Caché, junto a personas naturales y representantes de pequeñas empresas. En varias ocasiones desarrollamos encuentros y en cada uno se sumaban nuevos miembros con el compromiso de que la obra era de todos», comenta este tunero que a pie de obra delegó su emprendimiento a su familia y a personas que sabían de la actividad.
«Conformamos un grupo y todos ayudaron en la reparación general, 728 metros de falso techo con toda la iluminación nueva, pisos pulidos, casi 60 puertas de aluminio con cristal, enchapes de mármol, la carpintería; también donaron neveras expositoras, frío, cafetera, microwaves, y los equipos de climatización necesarios.
«Cuando viajamos a Camagüey y a otras provincias, comentábamos el objetivo de la compra, se sensibilizaban y si el material valía 20 pesos nos lo daban más barato por el destino que iba a tener; todo lo que se hacía por la salud de los niños tuneros y para que el personal médico pueda trabajar más cómodo.
«Mucha gente fue donando su granito de arena, por eso el mérito es para todos, para quienes vinieron y dieron ideas, brindaron su apoyo y unieron sus brazos; ellos merecen también los honores. Cuando hoy miras la Terapia sientes orgullo, se te ahogan los ojos porque ves el resultado, eso demuestra que sí se puede y más por un hospital».
De la buena voluntad…
Es increíble la buena voluntad que nosotros experimentamos aquí, comenta el especialista de Segundo Grado en Pediatría y Terapia Intensiva Luis Enrique Rodríguez Pérez, jefe del servicio de la Unidad de Cuidados Intensivos del «Mártires de Las Tunas».
«Personas que no sé sus nombres, ni dónde trabajan, nunca los había visto, vinieron y dijeron yo quiero estar ahí, yo voy a ayudar. Fue un reto desde el punto de vista constructivo tremendo», refiere el doctor Luis Enrique, el mellizo, como cariñosamente lo llaman.
«Logramos una sala de terapia intensiva con el 100 por ciento de las luces arregladas, instalaciones eléctricas independientes y seguras, se cambiaron más de 100 lámparas; además se hizo un trabajo independiente de las luces dentro de los cubículos para favorecer los procederes y el sueño de los niños.

«También la climatización de la sala con 12 split donados, la carpintería, las puertas, se cambió toda la instalación hidrosanitaria, el lavado de manos de mármol, el cambio de las tazas, los baños con paredes de grey o de mármol independientemente».
Comenta el galeno que «con esta reparación ganamos nuevos servicios, acercamos las condiciones pediátricas a los niños prematuros, pues nacen de 30 semanas y cuando cumplen 29 días es un niño extremadamente vulnerable al terminar la maduración fuera del útero de la madre.

«Ahora también tenemos condiciones para realizar hemodiálisis con su tratamiento de agua, unido al cuidado y la observación del paciente pediátrico sin necesidad de su traslado a otro hospital.
«Este servicio no solo para el paciente con enfermedad renal, pues el órgano que más fracasa en un niño crítico es el riñón y es el último en recuperarse; aquí podemos realizar un tratamiento depurativo sin necesidad de trasladarlo y eso es vital», subraya.
El galeno Luis Enrique, tras esta reparación general, se enfoca en fortalecer la atención pediátrica. «Las personas que recibimos cada jornada enfrentan acá los días más difíciles de su existencia, el miedo de perder lo más grande que poseen, y brindarles buenas condiciones y una atención médica de excelencia es lo menos que podemos hacer».
El gesto solidario que transformó la Unidad de Cuidados Intensivos lleva el agradecimiento de la familia y así la ratifica Graciela Domínguez López, quien dedicara un poema al personal por su alta profesionalidad y reconociera las máximas condiciones que dispone el servicio.
«Esta remodelación era verdaderamente necesaria no solo para la comodidad de los pacientes, sino para quienes aquí laboran con entrega, dedicación y amor; estamos agradecidos» .
En la reinauguración de este servicio acompañaron a su colectivo las máximas autoridades del Partido, el Gobierno y el sector de la Salud Pública en Las Tunas, y se reconocieron a experimentados profesionales de la Pediatría y a los integrantes del proyecto Por Nuestros Niños Cultivando Sueños, artífices mayores del proceso transformador que cuida con amor cada latido, más allá del lema que signó la jornada.
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