Las Tunas.-Corría el octavo año de la guerra y si bien ya para entonces eran irreparables los errores estratégicos y los elementos de regionalismo y desunión, que junto a otros factores dieron al traste de ella, aún el empuje mambí causaba fuertes estragos al enemigo.
El decreto promulgado por el coronel Juan Bautista Spotorno al ocupar el cargo de presidente de la República en Armas, tras la obligada renuncia de Salvador Cisneros Betancourt, de castigar con la pena de muerte a todo cubano que apoyara iniciativas de paz sin independencia resultaba sin dudas una bocanada de aire para las tropas insurrectas.
Mientras Máximo Gómez después de verse obligado a regresar de Las Villas tras su exitosa campaña organizaba fuerzas en el Camagüey y Antonio Maceo causaba fuertes estragos al enemigo en la parte más Oriental, Vicente García se preparaba con sus tropas para lanzarse sobre la estratégica ciudad de Las Tunas, su ciudad, la misma que fue testigo de su alzamiento tres días después de lo ocurrido en la Demajagua el 10 de octubre de 1868.
A filo de machete se lanzaban sobre la ciudad en la madrugada del 23 de septiembre de 1876 , dos días después y tras ocupar tres piezas de artillería, más de cien mil cápsulas , cajas de cartuchos, carabinas de pistón, medicinas y reses la victoria se consumaba.
Los españoles no podían perder la estratégica ciudad y desde Camagüey fuertes columnas estaban a punto de cruzar el río Jobabo, al llegar la noticia y ante la realidad que se avecinaba el Mayor General decide incendiarla y en uno de sus actos más heroicos inicia el fuego por su vivienda y pronuncia la frase que lo inmortalizaría; «Tunas, con dolor en mi alma te prendo candela, pero prefiero verte quemada antes que esclava».
Era el segundo incendio sobre la ciudad, el primero había ocurrido durante su primera toma protagonizada en agosto de 1879 por Manuel de Quesada mientras que en ese propio mes pero de 1897 el entonces Lugar Teniente del Ejército Libertador Mayor General Calixto García tras su victoriosa toma también le prende llamas.
Sobre cenizas tuvieron que levantar tres veces su ciudad los tuneros hasta convertirla en la ciudad de puertas abiertas que abriga hoy a gente humilde, laboriosa y hospitalaria que se inspira en el ejemplo y legado de aquellos que forjaron su estirpe y convicción de que morir por la patria es vivir.
/lrc/
Comente con nosotros en la página de Facebook y síganos en Twitter y Youtube
0 comentarios