La mala pandemia que deja lecciones positivas

19 de Oct de 2020
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La estancia de la Covid-19 en nuestras vidas nos obliga a replantearnos muchas cosas. La inevitable imposición de distancias en cierta medida nos ha mostrado quién debe estar cerca y quién no, nos ha vuelto más creativos para, por ejemplo, cumplir con el trabajo sin tener que firmar una tarjeta o interactuar directamente con otras personas. Muy pocas labores se paralizaron en los tiempos más complejos de la pandemia en Cuba y un alto porciento de los trabajadores gestionaron los contenidos desde sus hogares.

Ahora, en esta nueva etapa, el país poco a poco comienza a moverse al ritmo que la economía necesita y por supuesto la sociedad, pero ¿habrá que dejar atrás todo lo aprendido en los tiempos del distanciamiento social?

A veces nos conducimos de forma casi robótica y pensamos que con llegar temprano al matutino estamos haciendo lo que la Revolución necesita o que estar las ocho horas sentados en un buró es la mejor muestra de competencia y no, lo que queda demostrado es que en casi todos los centros estatales existen ocupaciones que pueden cumplirse fuera del horario y el lugar establecidos, aprovechemos eso.

Otra cuestión. Hace algunos meses cuando en Las Tunas se adoptaban medidas más recias para controlar el desplazamiento de las personas en medios de transporte, se retomó un viejo hábito que los más jóvenes quizás desconozcan: hacer colas para la guagua ¿No se hace cola para todo en Cuba? ¿Por qué no hacerlo cuando más se necesita? Luego de esos días de susto para todos parece haber vuelto a quedar en el olvido esa costumbre, incluso he notado como los propios agentes de transporte conocidos como amarillos, se hacen los desentendidos ante el asunto y bien pudieran tomar cartas, pues el orden les facilitaría el trabajo.

La idea de ayudar a los más vulnerables en tiempos de pandemia, de facilitar la comida y productos de primera necesidad debería quedar como responsabilidad de la comunidad. Los Comités de Defensa de la Revolución han desempeñado por estos días tareas de alto impacto y de alguna manera han recuperado fuerzas y accionar, eso tampoco se puede perder.

Atrás, con la pandemia sin dudas dejaría la incomprensión de muchos que en las noches aplaudían al sector de la salud y por las mañanas en una cola, impedían el paso de ese doctor que posiblemente no hubiera dormido en toda la noche por salvar una vida, pero también dejaría atrás la inexistencia de una ley o norma que en situaciones como estas amparara a esos profesionales. Atrás dejaría la falta de responsabilidad de aquellos que en situaciones como las enfrentadas pusieron en peligro su vida y la de los demás o la baja percepción del riesgo, esa que para algunos no fue suficiente como para lavar sus manos al momento de entrar a su centro laboral.

Muchas cosas quedarán atrás el día en que hablemos de esta pandemia como un recuerdo, pero esperemos haber aprendido lo suficiente como para guardar en nuestras rutinas, esas lecciones que harán de nuestra sociedad un espacio ideal para el desarrollo humano y económico.

/nre/

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