Las Tunas.- En la ciudad de Las Tunas, la familia de Rosa Julia Peña Echevarría tiene una percepción diferente hacia la edad y el envejecimiento, y es que en su hogar vive la fémina de mayor edad registrada en la provincia y tercera del país, que este 23 de octubre festeja su cumpleaños 111 de vida con lucidez y la visión de asumir el reto de una longevidad sana y activa.
Conocida por todos como Chicha en la calle Lucas Ortiz número 314, en el Reparto Primero, esta tunera es oriunda de El Cuatro de Santa María, en el territorio de Chaparra.
Recuerda este entusiasta supercentenaria que en su infancia vivió momentos duros pues eran años difíciles para su familia y cuyos padres lograron su crianza junto a sus siete hermanos.
Se agolpan en su mente diversos recuerdos mientras cuenta con minuciosidad los detalles de cuando a la comunidad llegó la única maestra por aquel entonces, Crescencia Rivero, y la exigencia porque asistiera a clases para aprender más allá de las labores propias del hogar.
Desde temprana edad le gustó la crianza de animales para colaborar con la economía del hogar y sus gustos personales. Rosa fue testigo del triunfo de la Revolución, se casó y constituyó una familia junto a su esposo y dos hijos Griselda y Roberto, pues sufrió la pérdida de tres descendientes.
«Me siento muy bien con cada momento de la vida, no puedo quejarme de nada, me acuerdo de todo, de instantes muy interesantes pero también los de mucho dolor en la vida», refiere mientras denota la importancia de lograr que los adultos mayores se mantengan activos y saludables para prevenir enfermedades y limitaciones físicas y mentales.
«Hoy cumplo 111 años no puedo quejarme, he tenido el privilegio de disfrutar cada instante del amor y el cariño de mis hijos y mis nietos, quienes se preocupan porque me sienta bien de salud, me vista muy bonito y a la moda, y además disfrute de sus compañías.
«A mí me gustan todas las cosas, la comida con salsa y el lechón asado con un acompañante, la cerveza fría, igual me agrada tener el patio bien limpio, organizado y con higiene», explica sentada al interior de la sala de la casa mientras toma en sus manos las fotos que vivencian la amplia familia que propicia cada día una sonrisa en su rostro, testigo del paso de los años.

Rosa Julia con 111 años es la tercera cubana de más edad.
A la vuelta de los años esta supercentenaria agradece las atenciones que garantizan su salud mental, el disfrute de la vida y de sus gustos exquisitos.
«Cada mañana me despierto, tiendo la cama, organizo y selecciono la ropa a lavar en una pequeña palangana y al terminar llamo a mi hija Griselda quien se encarga de colgarlas al sol, además me gusta la música y el baile, aunque ya las piernas me duelen y no tengo mucha soltura», añade a su conversación fluida y mientras tararea una de sus ritmos preferidos.
«Me levanto y ya tengo el desayuno que me prepara Griselda. Todo en la casa lo hace ella y le agradezco mucho pues todos están pendientes de mi vida, agradezco a la vida la familia que formé, que no me desprecia y me valora como soy, una abuela centenaria», confiesa esta mujer con más de un siglo de historias, orgullo de la ancianidad de Cuba, una supercentenaria mimada por su familia y la comunidad.
El secreto de una familia
Cuba es uno de los países más envejecidos de la región de Latinoamérica registrando al cierre de 2024 más de dos millones de personas de 60 años y más.
El primer dato que salta a la vista es que las personas más longevas del mundo son mujeres, y en busca de ese secreto para la larga vida su hija Griselda Ricardo Peña comparte el orgullo de la compañía de su mamá, un personaje peculiar en la vecindad.
«Tengo el placer al igual que mi familia de tener a mami muy saludable y el secreto está ahí en cuidarla, brindarle amor y vivir junto a ella cada jornada, sin limitarla en cuanto a lo que puede realizar físicamente con su edad y de su autocuidado porque es una ancianita muy independiente.

Rosa Julia junto a familiares y vecinos. (Fotos de la autora).
«Alcanzar esta mayoría de edad supone un reto para cualquier familia y la mía tiene esa responsabilidad nos ocupamos de propiciar una vida plena como persona longeva, de su goce pleno de cuanto se le pueda dar y en ello está la ocupación de todos, hasta de los vecinos de la comunidad, que pasan e indagan por ella, hasta los más pequeños que la consideran como su abuelita.
«Estamos felices porque creo que esta bendición de Dios de tener una madre con una calidad de vida increíble y una mente llena de historias, chispeante, alegre, preocupada por otros ancianos de la comunidad, es un privilegio, Chicha tiene mucha energía.
«La armonía y la alimentación es primordial, mamá es una persona muy feliz, todo el mundo la quiere, incluso tenemos otra gran familia alrededor nuestro, el administrador de la bodega, los vecinos, la doctora del consultorio, hasta Nazli la niñita de dos años que vive al lado de la casa quien acude a diario a ver a la abuelita Chicha, esa es la magia de vivir feliz y tranquilas.
«En realidad mi mamá tiene la dicha de ser una supercentenaria que forma parte de la vida de su familia, de la comunidad y de los profesionales de la salud del área», concluye en su diálogo Griselda.
Envejecimiento, ante los intereses de la ancianidad
Una de las tendencias demográficas que tiene una fuerte repercusión sobre la salud pública es el envejecimiento de la población al generar retos al sistema de salud, y para las propias familias, con la responsabilidad de promover el autocuidado de los adultos mayores.
Desde 1996 surgió el programa para proteger a este grupo poblacional en la isla, en Las Tunas surgieron paulatinamente las Casas de Abuelos y Hogares de Ancianos con el fin de ofrecer atención integral a este grupo etario carente de amparo familiar.
Los adultos mayores disponen de un seguimiento y cuidado en estos centros sociales, bajo la supervisión de un personal capacitado para enfrentar el envejecimiento poblacional mediante el apoyo emocional y psicológico constante, la recreación cultural y actividad física.
La Máster en Ciencias Pedagógicas, Jaqueline Rivera Vázquez, jefa del departamento del Adulto Mayor en la Dirección General de Salud en Las Tunas refirió que «Las Tunas registra hoy a 83 personas centenarias, y una población estimada de unas 112 mil 564 personas mayores de 60 años, que representan el 23.2 por ciento de los habitantes del territorio.
«Figuran como los municipios con el indicador de más envejecidos Puerto Padre 25.5, Jesús Menéndez 24.5, Colombia 23.7, Manatí, Las Tunas y Amancio 22.7, Jobabo 22,5 y Majibacoa 21,5, siendo el sexo femenino el de mayor número de centenarios (56) mientras los hombres registran 27, para un total en el territorio de 83 personas que sobrepasan los 100 años de vida», acotó Rivera Vázquez.
Detalló que «en los ocho municipios existe un programa dirigido a la atención del Adulto Mayor brindando atención a la población mayor de 60 años entre ellos combatientes, centenarios y ancianos solos en función de mejorar la calidad de vida y el bienestar desde las políticas del sistema de Salud Pública ante los intereses de los ancianos».
En la provincia de Las Tunas se reconoce la vida activa y productiva de las personas adultas mayores de ahí que entre las prioridades existe también el funcionamiento de equipos multidisciplinarios de atención gerontológica para la evaluación de los ancianos y el asesoramiento a la familia integrados por médicos, trabajadores sociales, enfermeros y profesionales, diplomados en Atención Integral al Adulto Mayor.
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