Amanece en el Hospital Pediátrico Mártires de Las Tunas. Se agrupan en su entrada, aunque con distancia, profesionales de la salud que acaban de llegar y aún no entran a sus consultas. Traen una rosa en la mano, esperan a los que salen, de uno en uno. Dan la flor, dicen adiós; mientras se oye una música de fondo, arrancan los motores de los ómnibus y comienzan los otros 14 días.

