Las Tunas.- Ningún lugar de la geografía tunera alberga tanto simbolismo como aquel que fue testigo de un encuentro que reunió a los padres fundadores de la nación, esos que decidieron que la independencia era la única solución a los males de entonces.
El 4 de agosto de 1868 San Miguel del Rompe, un inhóspito paraje cerca del camino real entre Las Tunas y Güaimaro, acogió a los líderes del naciente movimiento independentista de Oriente y el Camagüey para unificar criterios en torno a cómo y cuándo lanzarse a la manigua redentora a luchar por la libertad de la Patria.
Entre los hombres que allí convergieron primaban dos tendencias, unos partidarios de no esperar más para iniciar la lucha, y otros más cautelosos ante la urgencia de pertrecharse de lo material y logístico; para ello era necesario esperar el final de la zafra.
La voz de Céspedes fue la que más alto se alzó en aquella reunión cuando exclamó «Señores, la hora es solemne y decisiva, el poder de España esta caduco y carcomido. Si aún nos parece fuerte y grande, es porque hace más de tres siglos lo contemplamos de rodillas. ¡Levantémonos!»
El hecho más significativo de aquel encuentro fue la creación de la Junta Revolucionaria de Oriente, integrada por Francisco Vicente Aguilera, Francisco Maceo Osorio y Perucho Figueredo, cuyo propósito era analizar la situación en lo adelante; por ello, un mes después en suelo tunero, en la finca de Muñoz Rubalcaba, tuvo lugar otra cita.
El 4 de octubre de ese propio año, en El Mijial, también en Las Tunas, aconteció la cuarta de las reuniones conspirativas previas al levantamiento de La Demajagua el día 10 de ese mes, protagonizado por Carlos Manuel de Céspedes.
Para orgullo tunero tres de las cuatro reuniones conspirativas para tomar acuerdos y decidir el inicio de la primera de nuestras gestas emancipadoras se escenificaron en estos lares, la otra tendría lugar muy cerca Manzanillo, pero ninguna de tanto simbolismo como la acontecida hace 157 años en San Miguel del Rompe, conocida además como convención de Tirsán.
El sitio en 1993 fue declarado monumento nacional y a partir de entonces las celebraciones ganaron en relevancia y significación; esta vez no será la excepción, hasta ese paraje llegará un grupo de jóvenes no solo a recordar el hecho, sino a ratificar el legado de aquellos padres fundadores y el compromiso de continuar la obra que ellos iniciaron.
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