Si los controles populares funcionaran en Las Tunas como están concebidos, muchas deficiencias se eliminarían en los diferentes campos del desarrollo económico y social.
Sí, porque el carácter popular de este ejercicio lo convierte en un potencial mecanismo de regulación contra las ilegalidades y violaciones en instituciones estatales y no estatales, y su puesta en práctica hace protagonista al propio ciudadano común como una polea trasmisora para lograr los cambios que se necesitan en su entorno.
Y no es nada que no esté concebido, por el contrario tiene todo el sustento en la ley 132, de organización y funcionamiento de las asambleas municipales del Poder Popular y de los consejos populares, a los cuales se les otorga el derecho de realizar controles sobre las entidades de producción y servicios del entorno local, con todos los beneficios que ello trae consigo.
En este sentido es el pueblo el que ejerce el control sobre todo lo que se mueve a su alrededor, porque le da la posibilidad a un ciudadano que no ocupa un cargo político o gubernamental de usar su poder para contribuir a transformar la realidad de su comunidad.
El delegado de la circunscripción tiene entre sus responsabilidades el velar por el adecuado funcionamiento de las entidades que accionan en su entorno, y por ello, junto a su grupo de trabajo comunitario, puede inspeccionar la labor de las bodegas, las farmacias, los mercados y cuanto establecimiento esté en el Consejo Popular, que es la célula del poder del barrio.
Mediante el control popular se puede comprobar el adecuado destino de los recursos entregados por el municipio a las entidades, el impacto ambiental de la entidad, el cumplimiento de las acciones aprobadas en el plan de desarrollo integral del municipio, el ordenamiento territorial y urbano, la calidad de los servicios públicos que se prestan y otros aspectos que defina la Asamblea Municipal o su Presidente.
Aunque en esta provincia se han realizado ejercicios de este tipo con muy buenos resultados, son esporádicos, cuando de lo que se trata es que sean sistemáticos, comunes en la labor diaria, que estén presentes donde quiera que se preste un servicio o se comercialice un producto. Por lo tanto, usted que no tiene ningún cargo, que solo es un ciudadano común, cuando tenga una preocupación en su barrio acuda al delegado y exija un control popular, que está en todo su derecho.
Usar el poder real de un tunero para revisar lo que anda mal, lo que preocupa a la gente, lo que afecta a la comunidad, no es opcional, es un derecho legislado por la Asamblea Nacional del Poder Popular, y el presidente cubano Miguel Díaz Canel insiste constantemente sobre ello, por lo que solo hay que cumplirlo apegado a lo establecido. Así ganaría el propio barrio, donde comienza la transformación de un municipio.
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«Usar el poder real de un tunero para revisar lo que anda mal, lo que preocupa a la gente, lo que afecta a la comunidad, no es opcional, es un derecho…» Imaginemos lo que pasaría ante la llegada de cualquier persona a un establecimiento comercial y exigir algo del tipo. Qué bien sería si esto funcionara de esa manera. Hace falta divulgar este derecho como tantos otros que la mayoría de las personas, para no decir todas, desconoce.