Para el teniente coronel de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, Róger Batista Chapman, dirigir la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana en la provincia de Las Tunas durante 19 años ha sido la tarea más intensa y satisfactoria de su vida, porque le permitió conocer a las personas más humildes y trabajar con el Comandante Juan Almeida.
«En la Asociación de combatientes, por sus características, están todos aquellos que han enfrentado al enemigo desde las más diversas maneras en las diferentes etapas de la Revolución: lucha clandestina, Playa Girón, lucha contra bandidos, como integrantes de las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior, el internacionalismo, y son quienes han mantenido nuestro proyecto, por lo que debe conservar su vitalidad».
Róger viene de una familia de estirpe revolucionaria, desde sus padres, a quienes considera pichones de mambises, hasta su mayor ídolo y ejemplo, el combatiente del Ministerio del Interior Rigoberto Batista Chapman, jefe de la policía en Puerto Padre, que murió en la lucha contra bandidos en 1965, un hecho que le quitó para siempre un pedazo de su alma.
De su larga trayectoria revolucionaria, que no termina desde sus 74 años de edad aunque se va a jubilar, habla de tres momentos trascendentales, que lo marcaron para siempre, aun cuando la Asociación de Combatientes es su mejor etapa.
«De mi vida revolucionaria te puedo hablar de tres momentos trascendentales: por supuesto la Asociación de Combatientes, la Campaña de Alfabetización, en la cual fui protagonista y me enseñó mucho, y las Fuerzas Armadas Revolucionarias a las que estoy ligado desde que era un adolescente».
Hoy Chapman ya se va a jubilar para dedicarle tiempo a su familia, a sus cinco hijos y ocho nietos, que le llenan la vida; a los tres hijos que dejó Rigoberto. Por lo menos eso es lo que piensa, aunque los revolucionarios nunca se retiran, eso lo dijo Fidel.
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