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Rolando Lucas Limonta, el Padre de la Cirugía en Las Tunas

Las Tunas.-Permeada de incontables sacrificios la condición de la paternidad, tiene particularidades que los hacen únicos. Hombres que forman, vivencian y crecen en la obra de ser guía y sostén.

Hay hombres que nacen para reencontrar esfuerzos, desvelos y sueños más allá de su propia familia. El doctor Rolando Lucas Limonta lleva consigo la suerte de tener una descendencia propia y otra adoptiva que se regocija por heredar la sapiencia de un hombre convertido en Padre de la Cirugía en Las Tunas.

«Nosotros éramos pobres. Mi papá solamente trabajaba tres meses porque era obrero donde hacían zafra y además de eso era zapatero remendón y con ese dinero no se podía obtener más nada», refiere Lucas Limonta, un hombre al cual los galenos del servicio de Cirugía, del Hospital Doctor Ernesto Guevara de la Serna veneran bajo la condición de papá, y cuya grandiosidad de su obra tiene sello propio.

«Siempre me incliné por la cirugía porque me gustó mucho, yo iba a los hospitales en Santiago de Cuba, conversaba con los cirujanos y tuve la suerte de conocer a uno que por primera vez me vistió y me dijo ven, haz lo que yo hago para que entres conmigo al salón de operaciones», comenta mientras permanece sentado en un salón, en el cual prestigia una jornada científica que en retrospectiva de diez minutos, el tiempo máximo de la exposición, vive el crecimiento profesional de sus pupilos.

«Para mí fue un premio muy grande y desde entonces siempre quise estudiar medicina. No había dinero pero se juntaba, se luchaba mucho y tuve la suerte de poder ir a estudiar Medicina, todo costaba, la escuela de Medicina no era gratis.

«Cuando llegué a La Habana, con un poco de dinero que me dieron mis padres, fui a la casa de huéspedes y le dije a la dueña que solamente iba almorzar porque me sentía mal por las tardes, pero la realidad era que no había dinero para pagar la alimentación de todo el día. Por ahí empecé, trabajé en casas de socorro en La Habana, metido siempre en los hospitales.

«La cirugía fue lo más difícil pero me uní a varios profesores que me tuvieron cariño en esa época tan difícil, me enseñaron muchas cosas buenas y me hicieron cirujano. Yo quería hacer Cirugía Cardiovascular y me lo negaron, entonces me dediqué como alumno a la general y aquí estoy como cirujano general de este país», detalla mientras se agolpan sus recuerdos y de a poco nos regala en resumen su vida.

«Así traté de formar a otros igual que me formaron a mi, para que hicieran lo mismo que hice y en esta institución formé varios profesionales que me estiman mucho», confiesa mientras la alegría se asoma y observa por momentos sus manos, que no muestran las numerosas intervenciones que han salvado la vida no solo de locales también de internacionales, en sus colaboraciones en otras naciones.

El doctor Rolando Lucas Limonta ha contribuido en la formación de varias generaciones de cirujanos.

«Hice varias misiones, estuve en Venezuela y en la República Democrática del Congo, y acabado de llegar a ese último país llegó un paciente con una herida en el tórax, ya casi muerto. Cuando entré veo la situación, me llamaron y lo operé, mientras otros médicos planteaban que como cubano no iba resolver ese problema.

«Yo era muy joven pero con un poquito de conocimiento, así practiqué la cirugía y fueron aplausos de halago por su familia, yo era como un Dios porque siguió con vida. Y esa es la mayor recompensa de un cirujano, ese profesional que mira siempre al paciente como un familiar propio, con el esfuerzo siempre de devolverle la vida», detalla.

«Yo tengo tres hijos que son médicos, los formé y estoy muy alegre y satisfecho con la experiencia, me siento muy bien por apoyar y ayudar a realizar sus sueños. También tengo una esposa que sin ella no hubiera podido mantenerme en esta situación. Para mí Marlen constituye la cosa más grande que he tenido y quisiera que con todas las fuerzas de mi alma el último aliento que me quede tenerlo para ella».

Este hombre inmenso, no tiene momento para agradecer a los que conoce, es humilde entre grandes comillas para ensanchar su magnitud, es guía y faro de familia nuevamente hoy mientras acompaña a su esposa, a quien observa majestuosa en su disertación pero atenta a un invitado especial que se confunde entre los ponentes porque asi le gusta estar, junto a quienes guió en los quirófanos del Guevara, bisturí en mano, en línea fina por la vida.

Agradecidos por sus enseñanzas el doctor Rolando Lucas Limonta recibe inmensas muestras de cariño y respeto de sus discípulos quienes al verlo lo magnifican como esa figura paterna de entrega, inmensa hazañas y con palabra grande como el Padre de la Cirugía en Las Tunas.

/lrc/

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  1. Honor y mis respeto para ese gran profesor, maestro y cirujano. A él le debo el cirujano que soy. Gracias maestro. Que la vida le siga dando mucha salud. Gracias a tiempo21 por hacer una entrevista a una figura que ha consagrado la vida a salvar vidas y que lleguen de todos aquellos que pasaron por sus milagrosas manos, tanto como pacientes, como alumnos el agradecimiento eterno y la felicitación de todos los que hemos disfrutado de su grandeza. Gracias maestro.

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