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Yoandra y la simiente del amor hacia el otro

De acuerdo con la plantilla del Centro Mixto Simón Bolívar, Yoandra Sánchez Varona es subdirectora de trabajo educativo, pero la realidad, ya sabemos, supera cualquier formalidad; y ahora mismo Yoandra es el alma del Centro de Aislamiento para positivos al SARS CoV-2 instalado allí o, al menos, una de estas.

No imaginó esta maestra con 18 años de trabajo en el sector educacional que un día tendría que enfrentarse a las consecuencias devastadoras de un virus que, también a ella, le ha cambiado la vida.

«La tarea que se me dio ha sido una tarea grande. Es una tarea inmensa. Desde entonces para mi familia muy poco tiempo queda. Esto es diario y no hay día de descanso», nos dice en medio de una pausa en las indicaciones de cada mañana para el personal que va a entrar en zona roja».

Del pizarrón y el intercambio con sus alumnos, Yoandra ha transitado a la mayúscula responsabilidad de cuidar la instalación y los recursos del centro educativo y, en especial, administrar todo lo correspondiente al centro de aislamiento: la cocción y el traslado de la comida de los pacientes, la lavandería, la ropería, el suministro de agua potable y una larga lista de imprevistos a los que se suma la observancia, en cada actividad, de los protocolos establecidos por salud pública.

Con Yoandra conversamos un miércoles a media mañana. Un día hermoso y de una tranquilidad aparente detrás de la que se esconde la desesperación de los enfermos, el malestar, la turbación mental, el dolor…el drama humano. Allí, en la que antes fuera la escuela de sus diarias labores, ha visto el rostro de la muerte, el dolor, la inconformidad, la protesta, el amor, el agradecimiento, la entrega y su contrarios… Este virus nos ha traído eso: contrastes a veces inverosímiles en un mismo lugar, en un mismo corazón. A Yoandra nada le es ajeno.

En su actual función ha vivido mucho e intensamente: días de no dormir para hacer espacio a pacientes inesperados, afrontar reformas estructurales para lograr condiciones mínimas, aprender a manejar un grupo electrógeno, ofrecer apoyo psicológico… todo eso, consciente de que ese no es el sitio ideal para el menester que hoy le ocupa. Simón Bolívar es un centro que nace de la necesidad y el ingenio de Cuba para superar la adversidad. «Entonces tenemos que hacer todo el esfuerzo posible», me dice Yoandra. Solo que a veces no es suficiente.

«En ese caso me siento mal, me siento triste. ¿Por qué? porque abandoné a mi familia, ese es el primer punto. Entonces hago mi mayor esfuerzo todos los días y cuando hay una queja, eso no tiene palabra. Porque si estás haciendo todo el esfuerzo posible para que todo salga bien, cuando hay una queja te sientes mal, te sientes frustrada, a pesar de que va a llegar el momento en que sabes que vas a sacar esa tarea adelante… pero no trabajo para quejas. Yo trabajo para que todo me salga bien, para que todo fluya al cómo es (…) y entonces es algo que te derrumba un poco. Pero hay que seguir pensando que los que están allá atrás merecen el esfuerzo de uno y que uno tiene que seguir y dar lo mejor de sí».

En audio las declaraciones de Yoandra:

/nre/

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