Hombres del tabaco en Las Tunas

12 de Mar de 2018
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Hombres del tabaco en Las Tunas

 Jorge Ponce, productor de tabaco en la Cooperativa de Créditos y Servicios Niceto Pérez de la provincia de Las Tunas (tiempo21 Foto/Reymundo)

Claudia Pérez Navarro

La industria del tabaco y los tabacaleros con su historia han sido factores significativos para el enriquecimiento de la cultura nacional cubana.

Cuando los navegantes españoles exploraron Cuba por primera vez en 1492, regresaron con relatos sobre hombres y mujeres que andaban de un lugar a otro «con un tizón en la mano y yerbas para tomar sus sahumerios».

Al poco tiempo, los colonizadores españoles también comenzaron a cultivar y fumar tabaco. Al extenderse la demanda, estas «yerbas» se convirtieron en un cultivo rentable y Cuba abrió sus primeras fábricas de habanos a principios del siglo XIX.

En la actualidad, la mayor producción se concentra en Pinar del Río pero, en la provincia de Las Tunas ya se muestran avances significativos en la siembra y producción de los puros, y en la Cooperativa de Créditos y Servicios Niceto Pérez, del municipio de Las Tunas, vive un productor que por primera se adentra en el fascinante mundo del tabaco y ya prevé resultados positivos.

Su nombre es Jorge Ponce, y desde pequeño vivió inmerso en la tierra y los animales.

Ponce es un joven muy dedicado al trabajo y a la vez resulta muy atrevido, pues sin conocimiento alguno acerca de la producción de tabaco, incursionó valientemente en el cultivo tapado de tabaco.

Él posee una impresionante y vigorosa vega de tabaco tapado, cubierta de tela fina, con la que se logra una hoja más fina y de mayor tamaño, apropiada para servir de «capa» o cubierta exterior de los tabacos.

Jorge cuenta con el apoyo incansable de su familia y amigos porque a diferencia de otros cultivos, el tabaco lleva un cuidado inmenso, desde que empieza a plantarse, más aún el cultivo tapado que es mucho más difícil de obtener.

Ahora se encuentran inmersos en la construcción de una casa de cura con los requisitos establecidos para lograr producciones de calidad.

En este local, se realiza el ensarte; con grandes agujas, unen por pares las hojas y las colocan en largos palos de madera de unos cuatro o cinco metros de largo, llamados cujes. Los cujes se suben a unos maderos horizontales llamados barrederas, en los que se apoyan sus extremos y allí se dejan un tiempo para el secado de la hoja.

Jorge Ponce se siente feliz al ver crecer sus plantas y visualizar cómo este proyecto en el que valientemente se adentró con esfuerzo y dedicación, junto al apoyo constante de la familia y demás trabajadores, se va convirtiendo en su día a día y piensa mantenerlo por el resto de su vida porque así contribuye a su economía y la del país.

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