Los tiempos marcan la cultura al propiciar el surgimiento, desarrollo o caída de tendencias artísticas, siendo estas un reflejo del contexto histórico, social y económico de determinada región.
En Cuba basta salir a la calle, aunque muchas veces las paredes de la casa no constituyen barrera, para comprender cuáles son esos fenómenos que hoy permean el desarrollo cultural y que, sobre todo desde la música, han nucleado gustos, estéticas visuales, comportamientos y añadido otros códigos a la comunicación, desafortunadamente para reproducir lo menos elevado de la urbanidad en el país.
Hablamos hoy del «reparto» como fenómeno, no como género musical del que por estos días han salido varias disertaciones especializadas, y del que hasta en Wikipedia aparece un artículo sobre su evolución y elementos que, dicen, le hace superior al reggaeton.
Surgido en la marginalidad, regala letras poco trabajadas que retratan un lenguaje vulgar, centrado en el sexo, la degradación de la mujer, la rivalidad entre unos exponentes y otros, la violencia, el consumo y la especulación.
Sabrá de qué le hablo aunque no esté en su lista de reproducción, pues es lo que suena en bicitaxis, motorinas que intentan alcanzar la velocidad del sonido sumada a un volumen que no permite opciones; también en el léxico de adolescentes, jóvenes, niños inocentes a lo que repiten, y hasta en personas maduras que creen en la capacidad de conquistar con un piropo arrancado a uno de los temas de Bebeshito, por no desgastarnos en mencionar exponentes.
Desafortunadamente, en mi opinión, el «reparto» ya está, otra expresión de degradación social, de la realidad cubana, o de una alienación consciente ante tantos problemas, donde puede ser la evasión más fácil del día a día.
Prefiero hablar de algo más que me represente en el mundo como cubana, agarrar fuerte la herencia de Pepe Sánchez, del Benny, Omara, los Van Van, de esas agrupaciones que en mi provincia mantienen la tradición del Órgano oriental y géneros como el son, el merengue, la cumbia, hasta el reggaeton, el rap, el rock y la electrónica, que arrastran públicos fieles y diversos.
Si quiere bailar «Reparto» es su decisión, es otra forma válida para la diversión, solo le recomiendo ser consciente de lo que consume.
Tocará a las instituciones culturales, a los decisores y a la familia, sobre todo, ver el rumbo que tomamos guiados por estos nuevos patrones, ídolos ya de muchos, y de un futuro poco alentador de lo que aspiramos como sociedad.
/mga/
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