El 13 de marzo vive en la memoria como un grito eterno de valentía y sacrificio. Aquellos jóvenes soñaban, como sueñan los de hoy, con terminar sus estudios, construir un futuro digno, formar una familia… Pero en aquel tiempo, las sombras de la opresión se cernían sobre Cuba, donde un Golpe de Estado había entronizado al dictador Fulgencio Batista, sometiendo al pueblo con puño de hierro.
Ese día de 1957, un grupo de estudiantes universitarios y miembros del Directorio Revolucionario emprendió una misión audaz: tomar el Palacio Presidencial y enfrentar al tirano cara a cara. Desafiando el peligro, irrumpieron en las oficinas del poder, solo para descubrir que el dictador había escapado por un pasadizo secreto.
Sin el apoyo necesario, la retirada se tiñó de tragedia. Jóvenes valientes cayeron, enfrentando con heroísmo a las fuerzas armadas en un desigual combate.
Mientras tanto, José Antonio Echeverría, líder de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), tomó los micrófonos de Radio Reloj para encender la chispa de la Revolución en el corazón del pueblo.
Su voz resonó apenas unos instantes antes de ser silenciada por las fuerzas represivas. En su regreso, la muerte lo interceptó: a sus 24 años fue abatido cerca de las aulas que lo habían visto soñar con un futuro mejor.
Hoy, su legado sigue vivo. En el 65 aniversario de aquellos actos heroicos, Las Tunas se llena de actividades para honrar la memoria de esos mártires. Las palabras de José Antonio siguen iluminando el camino: «Si caemos, que nuestra sangre señale el camino de la libertad. Porque, tenga o no nuestra acción el éxito que esperamos, la conmoción que originará nos hará adelantar en la senda del triunfo». Su sacrificio no fue en vano; su espíritu aún guía a quienes anhelan un mundo más justo.
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