A Germán Torres Diéguez lo conocí en el parque mientras descansaba en uno de sus asientos. Lanzó una queja al aire, como quien pretende entablar un monólogo y sin querer me incluyó en su conversación.
Se preguntaba por los demás compañeros que a esas alturas no habían llegado al sitio de encuentro de cada día y suponía que quizás se había saltado alguna reunión. Yo no puedo dejar a nadie hablar solo, así que le pregunté a quién esperaba, entonces, comprendí enseguida que Germán es uno de los guardianes que protege la limpieza del centro urbano de la ciudad de Las Tunas.
Bien cerca de nosotros tenía el pequeño basurero con rueditas y una escoba en su interior, con este aditamento Germán recorre buena parte del centro de Las Tunas, pasa por la tienda la Época, regresa por la Calle Colón y barre los caminos por los que transitamos cada día como hormigas locas para, entre otras cosas, adquirir productos de primera necesidad, llevar a nuestros hijos a las escuelas, asistir al trabajo…
Hace más de 15 años barre cuanta suciedad encuentra a su paso y aunque si bien es cierto que esta urbe resalta por su pulcritud, aún hay personas indolentes. “Hay gente que no considera a los barrenderos, todo lo tiran para la calle, incluso lo que barren dentro de la casa. Entonces cuando uno les llama la atención le hablan mal a uno”, dice Germán.
“Los vecinos llenan con sus desechos los cestos del centro urbano, esos que son solo para los transeúntes. Mira este mismo” y apunta para uno de estos reservorios colmado de cabellos, al parecer de alguna peluquería cercana. Los que pasamos con cierta premura por el casco histórico de la ciudad no nos detenemos en algunos detalles que Germán, por su trabajo, sí nota.
Este hombre de sesenta años dice que no le tiene miedo al trabajo, tal es así que cada día sale a luchar por su sustento, aun con una enfermedad que pone en riesgo su vida. “Tengo cáncer en la piel y debo trabajar por al menos cinco años más para lograr la jubilación. Por esto gano tres mil y pico, me da para resolver, pero yo lucho por otro lado y más o menos vamos ´machacando´. Yo vivo solo, pero me cocinan en otra casa y tengo que abastecer, no puedo estar a expensas de los demás”.
Uno de los trabajos más duros que he hecho es el de picar leña y lo hacía cuando trabajaba en un autoconsumo. Yo trabajé muchos años en la agricultura, en Delicias, pero me mudé para la cabecera y aquí estoy hace unos cuantos años ya”.
Germán sabe que el Sol no es su aliado, exponerse demasiado al astro rey podría complicar su condición, sus amigos también lo saben, por eso como él asegura, muchas veces lo ayudan para que su radio de acción coincida con la sombra. De igual forma siempre habrá riesgo.
Al sentarnos a descansar en uno de los bancos de cualquier parque bien vale la pena observar a estos protagonistas, ellos merecen los aplausos cuando reconocen a nuestra ciudad como una de las más limpias pero también, nuestra colaboración. Hacer por esta casa grande es hacer por todos; no hay dudas de que la ciudad solo brilla si su gente lo hace.
/mga/
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