Mucho se habla sobre el respeto al derecho que tienen o tenemos los consumidores o clientes, como quiera llamarlo, en cualquier modalidad u oferta de servicios.
Con los nuevos actores que proliferan por doquier en la economía cubana mucho varía este asunto en el que se incluye por supuesto, al sector estatal.
No solamente me centro en la necesidad de que se brinde un producto con la calidad requerida, con el peso establecido, o que tenga el derecho al pago por cualquier modalidad, o recibir el vuelto cuando se realiza en efectivo.
Pero hay otras aristas. Lo que les comento, tiene sus buenas excepciones, pero esas solo se pueden contar con los dedos de una mano, y muchas son las violaciones del derecho al consumidor existentes.
Para empezar enumeremos algunos ejemplos, llegas a establecimientos donde el ruido te limita, te pone una pared de resistencia, con niveles estridentes, que al saludar pocas veces podrás escuchar respuesta, e iniciar diálogo.
Otra arista, la cortesía, a veces ni se inmutan ante la presencia en el mostrador, ni te sugieren productos, no hacen promoción de ventas. Si quieres pide y compra lo que ves.
Y que decir del porte y aspecto, esa imagen que por lo menos te atrape y te tenga atado al establecimiento, aunque los precios suban y suban hasta las nubes.
Muchos nuevos actores económicos procuran crearles vestuarios a sus obreros, con una uniformidad. Pero en otros, no es así, y a veces en vez de vender productos, venden símbolos no acordes a la idiosincrasia del cubano, y hasta ofertan otras cosas más allá en exhibición.
Que decir de los fumadores, que en pleno ejercicio de ventas, y muchas veces ante productos alimenticios, con el humo a mil, en plena campaña de fumigación, y no precisamente contra los mosquitos.
Por otra parte está el uso del celular, aunque Etecsa llegó y paró, habla y que te hablan, comunicación con el más allá y más acá, siguen hablando y tratan de darte la atención o respuesta que deseas.
Con la protección al consumidor hay mucho que capacitar, para rescatar y preservar el buen gusto, en todos los sentidos, en la diversidad de la economía cubana. Esa que necesita de la buena cultura en la atención al cliente.
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