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Al Guille se le extraña todos los días

La Feria del Libro en Las Tunas tiene el acierto de acercarse a la obra de Guillermo Vidal a 30 años de la publicación de la novela Matarile, como una de las motivaciones aquí para el desarrollo del evento.

Escritores del patio e invitados de varias provincias del país coinciden para navegar un poco a favor de las nostalgias y contar el abrazo, la jarana, el impulso a escribir siempre, con esa rabia visceral que le permitió abocarse dentro de muchas historias, y siempre hacerlo con un humanismo casi insultante.

Sumergirse entonces en esas aguas permite confesar los demonios que sembró en las generaciones que le sucedieron, incluso, en algunos contemporáneos que no pueden negar el influjo de esa especie de poesía marginal que caracteriza sus textos, de los cuales emergen personajes comunes y únicos como ese Toño, en el que se reconoce tanta gente.

«Al Guille se le extraña todos los días», reconoció Nelton Pérez, tunero radicado en la Isla de la Juventud, como preámbulo de la presentación de El escritor y sus laberintos: Guillermo Vidal, y evocó las peñas no institucionalizadas en el parque de Manatí y esa destreza con la pluma que la mayor parte de los reunidos siempre premió.

Solangel Uña, su viuda, aceptó la invitación de la Editorial Sanlope al espacio Pensamiento literario con la confesión de que «Venir a un tiempo de estos casi siempre me lleva a atrás; y recuerdo que constantemente con Vidal se veían lindos, porque él era alto, pero ellos lo superaban (Carlos Esquivel y Nelton); y María Liliana que siempre que venía de Puerto Padre corría y se le encaramaba en la espalda, comentaba: tengo que decirle que ya yo estoy viejo para eso…»

Carlos Esquivel, uno de los principales cómplices del homenaje, discurrió sobre las impresiones que siempre dejan sus historias, «Una relación muy paternal, muy conectada a embriones muy primarios, su creación es de esa lectura que te agrede, que te magulla, que te retuerce la vida y te cambia la manera de entender la de los demás.

«Recuerdo una dedicatoria que me hizo con la primera edición de Matarile: Solo puedes leerte este libro si estás a punto de ahorcarte. Todavía estoy a punto de ahorcarme y volviendo a Matarile porque es un libro donde están comunicándose,  habitando y a la misma vez deshabitando tantos personajes que colman esa selva vidaliana, los personajes grotescos, los personajes inocentes».

Por eso la editorial territorial regala este año en Ciudad Virtual la posibilidad de adquirir Matarile en formato digital, una edición que llega junto a otras novedades del patio y con la gracia de saberlo nuestro.

La arquitectura que construyó desde la ciudad de Las Tunas, que revolucionó la narrativa cubana del siglo XX sigue estremeciendo a escritores, intelectuales, al lector común, al oportunista que hace negocio con sus libros falsamente autografiados.

Guillermo Vidal nos dejó un Matarile que no se enmarca en épocas, porque es también la realidad de hoy con sus mismos colores, sueños y desesperanzas, en la misma telaraña que tejió antes y después con una obra basta y bien centrada, inconfundibles historias que nos hacen extrañarlo todos los días, con ansias de que nos dejara un poco más de sí.

/mga/

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