Las Tunas. – El alma les duele todos los días porque ninguno se ha resignado a sus pérdidas; aunque hayan pasado muchos años, las lágrimas se desbordan de los ojos ya arrugados por el paso del tiempo.
Es una mezcla de sentimientos rara. Hay tristeza, y también un sano orgullo porque ellos, los que cayeron en tierras africanas, cumplieron con su deber.
Hoy es 7 de diciembre y ya han transcurrido muchos años, 31 exactamente, desde aquel día solemne en el que sus cuerpos fueron inhumados en la tranquilidad de los sepulcros, en los cementerios de cada uno de los municipios tuneros, para también dar paz a los familiares que lloraban la ausencia de un hijo, un hermano, un esposo, un padre…
La memoria colectiva remonta sus recuerdos al 5 de diciembre de 1989 cuando el periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, informó que se habían comenzado a recibir los restos de los combatientes internacionalistas caídos en África, merecedores del honor de todo el pueblo.
El momento cumbre de su retorno a casa, a la Patria, fue un día como hoy, con la realización de sus honras fúnebres, cuando los seres queridos, amigos, compañeros de estudio y de trabajo, e internacionalistas sobrevivientes de Angola, Etiopía y otras naciones guardaron silencio delante de las urnas y los osarios.
De Las Tunas fueron 113 los fallecidos en el continente africano y su sangre se convirtió en símbolo de allá y de aquí, de la solidaridad que hermana a gobiernos, a pueblos y a seres humanos, de heroísmo, de lealtad y de un altruismo que solo tuvo fin por culpa de la muerte precoz.
No hacen falta más palabras para describir una emoción que no tiene límites; una añoranza que se hace eterna, un dolor que quema muy dentro, un sentimiento que se convierte en lágrimas en los rostros de quienes hoy vuelven a decirles adiós a los suyos.
/mga/
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