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Donde nace la bandera, el símbolo, Cuba

Florinda Hidalgo tiene más de treinta años de ejercicio de la costura, pero es ahora cuando acumula experiencia en el uso de la máquina, de la aguja y el dedal; que descubre una nueva pasión: coser con sus propias manos la Bandera Cubana, emblema y orgullo de la nación.

«Me gusta coser pero le tengo más amor e interés ahora porque es la confección del símbolo Patrio. Estoy contenta porque las otras costureras sienten lo mismo. Confeccionar este símbolo patrio es de gran orgullo porque es algo único y nosotras lo sabemos hacer ».

Florinda trabaja en el taller de banderas perteneciente a la Unidad de Propaganda del Partido Comunista de Cuba en la provincia. Único de su tipo en la región oriental, desde enero del actual año, el taller pretende responder a la demanda de la enseña nacional en esta zona del país y coronar, en alguna medida, la insatisfecha aspiración de muchos de tener en casa su bandera. En una de las dependencias de la entidad, esperan para su distribución y posterior venta las primeras 200, nacidas de las manos de siete mujeres comprometidas con este oficio y su simbolismo.

Donde nace la bandera, el símbolo, Cuba
Es un trabajo complejo que entraña mucha responsabilidad y amor.

Jorge Fernández Pérez, director de la Unidad de Propaganda, cuenta que la idea del taller fue acariciada durante mucho tiempo: los tuneros soñaban con ver nacer aquí ese «enunciado de la Patria» cubierto de gloria en los campos de batalla, el deporte, misiones internacionalistas y disímiles escenarios. La bandera es Cuba y sus más hondas esencias, los tuneros y toda la Isla lo saben.

«Tenemos un reto muy grande que es hacer 5 mil banderas en este primer año, serían más de cuatrocientas por mes y 21 cada día. A pesar de algunas deficiencias propias de un proceso nuevo en la institución  y la consecuente afectación estamos cumpliendo este reto. Además contamos con la materia prima necesaria para todo el año y estamos por adquirir una máquina que agilizará el proceso final de costura».

En medio de la vorágine del taller, Florinda dirige el trabajo de sus compañeras que con maestría dan forma a la enseña nacional; a su vez, hace su parte, porque aquí la bandera se construye con el concurso de todas y todos.

«Desarrollamos la labor por operaciones, pero todas tenemos dominio de lo necesario para hacer la bandera. En la primera máquina se unen las franjas, procedemos al dobladillo y luego  se recortan, se conforma el triángulo encima de la bandera, se cose, se hace el dobladillo en la parte de abajo y se sitúa el cintillo que lleva encima la bandera. Finalmente revisamos bien y la doblamos para su guardado».

Entre piezas de tres colores, estas mambisas de la Cuba del siglo XXI, miden, cosen, unen, comparan, cuidan con esmero cada detalle. Yanetsy Santisteban, sabe que con ese diario quehacer también ella ayuda a tejer los hilos de la historia.

«Me siento bien confeccionando nuestra bandera. Que se ve muy linda y me da mucho orgullo. Hago el trabajo con inmenso amor a la Patria».

Con dimensiones de tres por seis pies, las banderas lucen imponentes y sintetizan el bregar de un pueblo que la alzó como estandarte de sus nobles ideales. ¡Cuántas lágrimas, tristezas y victorias acompañan su devenir!  En honor a la bandera de la estrella solitaria y como merecido homenaje a nuestra cubanía, en la Unidad de Propaganda, los trabajadores continúan forjando sueños.

«Estamos inmersos en abrir un punto de venta para comercializar la imagen Cuba – comenta Jorge Fernández Pérez, director de la entidad-. Próximamente sacaremos la licencia comercial y sólo nos restaría encontrar el local ideal. Ya los recursos están en gran medida en nuestros almacenes: pulóveres, gorras…; la bandera cubana y otros artículos como solapines y afiches los podemos producir aquí mismo en la Unidad para su posterior comercialización. El propio mercado dictará la medida de las necesidades y de lo que le interesa al público».

Por lo pronto, sobre la mesa de trabajo del taller de banderas hay tijeras, cintas métricas, carretes de hilo, agujas, manos que se mueven diestras y rápidas; hay también cierta satisfacción en el aire, la alegría interior de quien hace algo bueno y útil.  Así toma forma la bandera del triángulo rojo y la estrella solitaria, esa que ondea a la luz del sol, la misma que en siglo XIX cosieron las manos de Emilia Tolón para dejar constancia hacia la posteridad del amor de los cubanos hacia su tierra y su historia.

/nre/

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