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Anécdotas de Fidel, sagaz, estadista y creador en todas las batallas

Otra vez llega el 26 de julio, y vienen a la memoria pasajes heroicos de la historia de los cubanos, más allá de los sucesos del asalto rebelde a los cuarteles de Santiago de Cuba y Bayamo, en 1953.

Con el mismo liderazgo de Fidel Castro, vivió otra etapa de la lucha revolucionaria el combatiente Julio Gutiérrez Bruzón, natural de Puerto Padre, provincia de Las Tunas, quien lo conoció de cerca y ha contado sus anécdotas.

Todo comenzó cuando corrían los últimos meses de 1957 y, por orden del Comandante holguinero Eddy Suñol, más de 200 jóvenes de ese territorio, Chaparra y Velasco, marcharon a la zona de La Plata, en la Sierra Maestra, donde Fidel fue a conocerlos y les habló del sacrificio que les esperaba.

Desde noviembre de ese año, Julio era combatiente de la Columna 1 José Martí, del Ejército Rebelde, creada en marzo por el Comandante en Jefe, y que fuera madre las demás fuerzas guerrilleras.

Pasaron largos meses y batallas, pero guardó en su memoria, especialmente, la vivida en las inmediaciones de Maffo y Contramaestre, donde apreció el empeño del líder guerrillero en tomar las armas y recursos que custodiaban soldados del gobierno de Batista, para que no quedara una sola fuerza enemiga entre Bayamo y Santiago de Cuba.

El propio Fidel escribió: “Las fuerzas enemigas se habían atrincherado en las naves del Banfaic (Banco de Fomento Agrícola e Industrial de Cuba), las que convirtieron en una verdadera fortaleza”.

Contó Julio Gutiérrez que los rebeldes armaban un “bombero” rústico soldándole tolas por los costados, y que, en uno de esos días de vigilar al contrario, él salía de una guardia y se encontró con Fidel. Este lo llamó, hizo un círculo en el fondo del artefacto, y le ordenó: “tírale un tiro”, y entonces, “yo, que estaba loco por tirar, le metí los siete tiros que tenía en el peine… ¡Y me formó una!

“Después se sonrió, y me dijo: Cuánto estamos luchando por coger una bala… ¡Tú sabes que las balas cuestan sangre! No puedes desperdiciarlas. Tenemos que ser ahorrativos”.

“Seguimos peleando y a finales de diciembre se entregó el Banfaic. El bombero fue marcha atrás, y se paró en la puerta, y Fidel les dijo que, si no salían, le iba a meter candela. Y cuando ellos vieron que era verdad, salieron con bandera blanca. Había muchos guardias ahí. Ellos estaban haciendo un túnel para irse, pero nosotros los teníamos rodeados, por eso era que estábamos haciendo guardia”.

De esta forma, Julio conoció valores del líder guerrillero como la austeridad, la perseverancia y el valor; y meses después, en una base aérea del Occidente del país, lo encontró nuevamente, y comprobó cuán sagaz, estadista y creador era jefe de la Revolución.

Así lo contó a esta periodista, que nos presenta parte de esta historia.

/nre/

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