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Fidel y la inmediatez del futuro (I)

El documental Cuba’s cancer hope (La esperanza cubana contra el cáncer), producido por la televisora pública estadounidense PBS presenta la historia de George Keays, un ciudadano de ese país diagnosticado con cáncer de pulmón en estadío cuatro. A Keays, los médicos le vaticinan poco más de un año de vida; pero una vacuna puede cambiar ese pronóstico, solo que el tratamiento salvador está disponible en Cuba y viajar hasta la Isla viola las leyes de su nación. Keys, no quiere transgredir la norma, tampoco quiere morir. La vacuna cubana CIMAvax EGF le da tiempo, vida y esperanza.

Pero ¿cómo puede un país subdesarrollado y comunista ofrecer una alternativa de tal magnitud? ¿Cómo puede competir en una industria harto costosa cuando a menudo hay décadas de diferencia en la actualización tecnológica porque le está vetado adquirir cualquier equipo o material con un 10% de origen estadounidense? ¿Dónde está el secreto y la clave del desarrollo de la biotecnología cubana?

En «La esperanza cubana contra el cáncer», uno de los entrevistados dice: «Cuba fue obligada a ver más allá de su encierro.» Es cierto, en este resultado, como en tantísimos otros de la ciencia y la sociedad cubana, nada  es casual y sí fruto de una obra de descomunal inteligencia y capacidad de superación de todo un pueblo.

Esta epopeya cubana no hubiese sido posible sin el pensamiento y la ejecutoria de Fidel Castro, «sin su capacidad de persuasión, de motivación y de transformación rápida de las ideas en acciones», diría el doctor Agustín Lage quien por muchos años dirigió el Centro de Inmunología Molecular, una de las instituciones claves en la respuesta cubana a los problemas de salud en el país y en el mundo.

Una anécdota contada por el hoy asesor del presidente de BioCubafarma (Grupo de las Industrias Biotecnológica y Farmacéuticas Cubana) resume el sentido de esta historia que, bien analizada, aporta valiosos conceptos. Cuenta el investigador cubano que después de una visita de Fidel, en el año 1989,  a un pequeño grupo de científicos que acababan de producir 30 gramos de anticuerpos monoclonales y que trabajaban en un laboratorio «quasiartesanal», el líder cubano les pide un informe de lo necesario para avanzar en las investigaciones y mejorar las condiciones de trabajo. Enviado el documento, uno de los colaboradores del Comandante llama al científico y le dice: «Oye, dice el Jefe que el informe que tú mandaste sobre el laboratorio está bien, pero que el proyecto de la industria ¿dónde está?” Mi respuesta a aquel compañero fue: «Mira, Fulano, yo me imaginaba que eso era para el futuro», y entonces: «No, no, no, dice el Jefe que el futuro es ahora».

Con esta historia que tanto nos dice de la capacidad de soñar y construir realidades, Tiempo 21 le acerca más a la historia detrás de los resultados de la ciencia cubana y comparte con una serie de trabajos producidos en ocasión del 95 cumpleaños del impulsor de esta obra, Fidel.

En audio:

/nre/

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