Las Tunas.- Casi dos meses hacía ya de la llegada de la columna rebelde, a la que le habían encomendado estratégicas misiones en la parte más occidental de la actual provincia de Las Tunas, cuando en uno de esos cometidos pierde a su mejor artillero.
Calixto Sarduy Arcia había nacido el 12 de abril de 1928 en la otrorra ciudad capital de Victoria de Las Tunas, su intransigencia y carácter ante el estado de cosas que sufrían los cubanos, tras el golpe de estado de Fulgencio Batista en 1952, fueron razones más que suficientes para que Calé, como le llamaban sus compañeros, fuera de los primeros en rebelarse contra aquel yugo opresor.
Luego de ingresar a una de las células del movimiento 26 de julio se convierte en uno de sus más destacados miembros, protagonizando no pocas acciones encubiertas.
Calé fue fichado y como otros tantos tuvo que incorporarse a la lucha guerrillera antes de ser descubierto y asesinado, práctica habitual contra todo el que fuera detenido y oliera a revolucionario en poblados y ciudades.
Fidel Castro y sus barbudos habían logrado, para el mes de mayo de 1958, detener la ofensiva que el ejército de Batista había lanzado contra ellos loma arriba e iniciar lo que se conocería como contraofensiva rebelde, que incluía extender la lucha primero a los llanos orientales y luego al resto de la nación.
A principios de octubre el entonces capitán Lalo Zardiñas baja al llano al mando de la columna 12 Simón Bolívar y establece su cuartel en San Joaquín de las Arenas a menos de 20 kilómetros de la ciudad de Las Tunas; entre aquellos guerrilleros estaba Calé, quien para entonces se había convertido en un gran artillero.
Calixto maniobraba el único cañón antitanque de la columna, por lo que siempre estaría entre los primeros en cada acción combativa o misión de hostigamiento contra el enemigo para impedir su avance desde el Camagüey a Oriente; entre aquellas escaramuzas estuvo la del combate de La Guanabana el 17 de noviembre, donde su arrojo y valor fueron claves para el triunfo.
Ante el empuje rebelde la tiranía enviaba nuevos refuerzos con sofisticadas armas que ponían en desventaja a la tropa de Lalo, pero la misión de impedir el paso era, más que clara, necesaria y es cuando nace la decisión de derrumbar el puente de la carretera central sobre el Río Jobabo, línea divisora entre el Camagüey y Oriente.
El hormigón y los fuertes aceros resistían incluso la dinamita, por lo que se hace necesario picar el encabillado y es cuando el valiente Calé se brinda para la tarea y en la misión fallece; de esa manera la columna perdía el artillero, pero a la Revolución le nacía un héroe.




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