Las Tunas.- Olga Ávila Nápoles no ha dejado de llorar a su hijo Eliécer Rodríguez Ávila ni un solo día de su vida. Hace 34 años que cayó en combate en tierras de El Congo, en África, y desde entonces su dolor continúa ahí, en el mismo centro del pecho.
Y cuando cada 7 de diciembre va al panteón de los caídos por la defensa, en el cementerio municipal Vicente García, de la capital de Las Tunas, el dolor se multiplica, y le pone una flor al nicho de su hijo y le da un beso, y le pasa la mano por su foto, acariciándolo, amándolo en su ausencia.
En audio
«Hoy es un día muy grande –dice y el sollozo se hace más fuerte-. Verlo ahí es triste, y cuando veo a mis otros cinco hijos y a él no el dolor es mayor.
«Él tenía solo 19 años y era el tercero de mis seis hijos, muy buena persona, estudioso, amante del deporte. Desde el África se comunicaba con su papá para ver cómo iba la pelota, quien ganaba y perdía, y eso le daba una alegría tremenda». Y echa a llorar nuevamente.
En audio
Olga es una de las madres, padres, hijos, hermanos, que cada 7 de diciembre participan en la peregrinación para rendir tributos a sus muertos, al mayor general Antonio Maceo y su ayudante Panchito Gómez Toro, caídos en Punta Brava, ese día de 1896.
Vea también: En Las Tunas honran a los combatientes caídos a 34 años de la Operación Tributo
Los tuneros, como los cubanos, se vuelcan en peregrinación hacia los cementerios para no olvidar a quienes dejaron sus vidas en otras tierras, a quienes defendieron la causa internacionalista de la Revolución cubana. Su ausencia duele y dolerá siempre, pero siguen aquí, en el corazón de la Patria.
/lrc/