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De amores y leyendas…

El amor es el significado último de todo lo que nos rodea. No es un simple sentimiento, es la verdad, es la alegría que está en el origen de toda creación.

Rabindranath Tagore

El amor, el más bello sentimiento que nos alienta y puede mover al mundo si es preciso, ha sido desde épocas inmemoriales la razón de existir de las parejas más incongruentes, insólitas, ejemplares, inesperadas o sencillamente tiernas… y es que el amor es eso:

“¡…que dos espíritus se conozcan, se acaricien, se confundan, se ayuden a levantarse de la tierra y se eleven de ella en un solo y único ser; nace en dos con el regocijo de mirarse; alienta con la necesidad de verse. Concluye con la imposibilidad de desunirse! No es torrente; es arroyo; no es hoguera, es llama; no es ímpetu, es paz”.

Así lo definió José Martí en su drama Adúltera, escrito en 1872 con apenas 19 años.

Pero, el amor es también toda una incógnita, a partir de que cada uno tiene su propia idea de lo que representa. Sin dudas, el amor es universal y no importa cuántas generaciones pasen, siempre será nuevo para el que ama y se defenderá con uñas y dientes por los enamorados.

Por eso, las historias de grandes pasiones no faltan ni lo harán nunca y sus protagonistas seguirán inspirando a millones de personas en el mundo, sobre todo a los jóvenes.

Hay amores reales que parecen cuentos de hadas con finales felices; otros que terminan mal; muchos son apasionados, fuertes, trascendentes; en algunos casos surgen como amores escondidos que al paso del tiempo salen a la luz… La verdad, no importa si son relaciones de larga data, si fructificaron o no; para el lector moderno continúan siendo interesantes y desean conocerlas.

Cleopatra y Marco Antonio, Dante y Beatriz, Romeo y Julieta, Mumtaz Mahal y Shah Vahan, Anita y Giuseppe Garibaldi, Ignacio Agramonte y Amalia Simoni, José Martí y Carmen Zayas Bazán, Frida Kahlo y Diego Rivera, John Lennon y Yoko Ono… la lista de parejas famosas sería interminable y solo pretendo despertar la curiosidad de los lectores que podrán encontrar más detalles de estos amantes en Internet y en las bibliotecas. Solo les presento dos de mis preferidas:

Shah Jahan yMumtaz Mahal

El amor de leyenda de Shah Jahan y Mumtaz Mahal ha cautivado a quienes lo conocen. Se cuenta que Shah Jahan, era un príncipe musulmán -más tarde llegó a ser emperador de la India- que en el año 1607, conoció a una joven llamada Arjumand en un bazar. Al momento de verla quedó prendado de su belleza, pero no fue hasta cinco años después que pudo mantener una relación con ella. Arjumand se convirtió entonces en Mumtaz, la esposa favorita del príncipe, en el amor de su vida, en «la elegida del Palacio”.

Tras 19 años de feliz unión, Mumtaz se encontraba de nuevo embarazada. Sin embargo, no llegó a ver nacer a su decimocuarto hijo, pues murió durante el parto. Se dice que Shah Jahan, desolado por la pérdida de su esposa estuvo encerrado ocho días y cuando se mostró a la luz había envejecido. Luego mandó a edificar en honor de Mumtaz el Taj Mahal, palacio cuya construcción se prolongó durante veintidós años. Allí descansan en la actualidad los cuerpos de los protagonistas de la historia de amor más famosa de la India.

Ignacio Agramonte y Amalia Simoni

Siglos más tarde, sucedió en Cuba el encuentro de dos seres que estaban predestinados a amarse hasta el final de sus vidas: Ignacio Agramonte Loynaz y Amalia Simoni Argilagos, una pareja de jóvenes camagüeyanos que se recuerda y admira por sus valores como patriotas y por el gran amor que los unió.

Nuestro José Martí escribió en el artículo titulado Céspedes y Agramonte, al referirse al idilio de Ignacio y Amalia: “rebasó las barreras del tiempo y la distancia y continúa siendo de lo más hermoso, si de amor verdadero se trata.”

Pruebas fehacientes de eso son las 123 epístolas que escribió Ignacio para su amada. Unas están fechadas en su época de estudiante; otras, en las que el deber profesional del joven abogado determinó un período de separación, y las últimas salieron de su pluma durante la contienda para lograr una Patria libre.

Existen varias versiones acerca de cómo se conocieron Amalia e Ignacio, si fue en La Habana o en Camagüey, pero lo cierto es que se amaron sinceramente desde el principio, y ya nada los pudo separar más allá incluso de la muerte que sorprendió al héroe, muy joven, cuando aún no había cumplido 32 años, en el combate de Jimaguayú.

En una de sus cartas Ignacio escribe:

“¡Como lucha el corazón, bien mío, uno y otro día, en todos los momentos de la vida, con esa separación de las prendas que así adora! ¡Qué honda amargura encierra el pecho, porque no te veo, y vivo lejos de ti! Y sin embargo me siento dichoso cuando pienso en que amas y que con frecuencia piensas en mí”.

Amalia fue una activa colaboradora de las fuerzas mambisas y prestó servicios en hospitales de campaña; sufrió los rigores de la cárcel y luego del exilio. Arrestada por las fuerzas españolas, en plena Guerra de los Diez Años, se le pidió que escribiera a Ignacio con el fin de que abandonara la lucha. Su respuesta fue firme y sorprendente: «Primero me dejo cortar una mano antes que escribirle a mi esposo para que sea un traidor».

No en balde Agramonte amaba y confiaba tanto en esa valiente mujer.

El amor es hermoso, sorprendente, ¡felices aquellos que lo han conocido y lo disfrutan! No importa cuándo ni dónde, lo único real es que solo quienes aman conocen el milagro de la vida.

 

/lrc/

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