Las Tunas.- Desde hace ya demasiado tiempo la mayoría de los leads en las noticias tienen al término Covid-19 entre sus palabras. Difícil ha sido desprenderse de la enfermedad, hasta en las prosas y así, como mismo ha atacado al cuerpo humano, lo ha hecho con nuestros discursos. En este mismo párrafo, en el décimo séptimo lugar por orden de aparición de vocablos está la “dichosa” palabra.
Pero, la Covid-19, desde hace algún tiempo tiene una compañía recurrente en cada una de las cuartillas en que la han mencionado. La palabra solidaridad ha venido a amortiguar nuestra realidad y la de las creaciones literarias o periodísticas y como una especie de contra-epidemia la gente se ha contagiado de humanismo y ha sacado el último blíster de azitromicina que le quedaba, o uno de los pocos jabones para donarlos a los que más lo necesitan.
En tanto los aviones desde otras nacionalidades traen cajas llenas de medicamentos, comida, artículos sanitarios; desde adentro, el pueblo cubano se ha movilizado cual laboriosas hormigas para resucitar a la Isla en la que ya no se baila ni se canta como en tiempos atrás cuando los leads de muchas noticias estaban llenos de expresiones más positivas. Nadie ha tenido que convocar por medio de reuniones ni órdenes del día.
Muchas preocupaciones aquejan al cubano de hoy, pero en su agenda seguramente no falta el interés por la salud del vecino, el compañero de trabajo o el familiar. Es por eso que desde centros laborales como la dirección provincial de Bufetes Colectivos de Las Tunas sus trabajadores reunieron jabones, pastas dentales, detergentes, materiales desinfectantes para que los ancianos del centro de aislamiento José Martí, al menos no carecieran de estos recursos básicos, que el país no puede proveer.
Nadie puede pensar que por pequeña una donación vale menos, al contrario, cuando de lo poco apartamos algo para otros, el resultado tiene un valor inmenso. Así quedaba claro en palabras de Miriam Castillo Hernández, directora de la institución, cuando conversaba con el personal que labora sin descanso desde este centro de salud. Y como este, muchos son los ejemplos, aunque pudieran ser más.
Los cubanos se han movilizado también desde las redes sociales, por ello ha sido posible que un matancero se bañe con el jabón de un tunero o que resuelva su infección con la pastilla que un guantanamero donó, pero para que eso sucediera muchas buenas vibras se alinearon, un chofer dio su disposición, una persona solicitó la cooperación en su muro y otros decidieron aportar. Nada de esto ha sido responsabilidad de una sola persona pero tampoco ha sido el cumplimiento de una orden de arriba. El corazón ha dictado y nosotros hemos escrito esta historia de solidaridad.
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