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A oscuras, lejos del camino

Piensa y vuelve a pensar, detalladamente, cada paso, cada acto, su estancia en cada lugar, y no encuentra explicación. Él, que es quisquilloso frente al coronavirus para no enfermar, que siempre está atento y se protege constantemente de la Covid-19, se contagió.

Fue una sorpresa, una gran sorpresa, porque nunca pensó que a él le tocara, lo veía como algo lejano, ajeno, precisamente porque no descuida su protección ni un momento.

Por su trabajo había ido a la provincia de Mayabeque y todos suponen que adquirió el SARS CoV-2 por allá, pero por más que piensa no sabe en qué momento ocurrió ni cómo. Hoy han pasado más de 70 días de su PCR positivo y sigue reflexionando en retrospectiva, como una película de suspenso, pero nada, no aparece la explicación.

[penci_blockquote style=»style-3″ align=»none» author=»» font_weight=»bold»]Lo cierto es que ahora es alguien que vivió una amarga experiencia, y siente que es otra persona después de estar enfermo de Covid-19 y regresa en el tiempo, a aquel 28 de enero, cuando le detectaron el virus, y todo lo ve borroso, en blanco y negro, como una película vieja, pero que indisolublemente ya forma parte de su corta vida. Y cuenta lo que muchos en el mundo no han podido lograr.[/penci_blockquote]

“Todo comenzó con unas pequeñas molestias aquel jueves de enero. Ya al amanecer del viernes los síntomas eran un poco más fuertes: dolores de cabeza, ganas de vomitar, dolores en el cuerpo, un malestar como si fuera una gripe, aunque nunca tuve fiebre, ni tos, ni otros síntomas.

“De ahí me mantuve el viernes en la casa para no asistir al trabajo y afectar a algunos compañeros con síntomas de catarro, como está establecido. Tampoco trabajé el sábado. El domingo el chofer me comunica que tenía síntomas de catarro, fiebre, y decidimos ir al policlínico.

“Allí nos hacen el test rápido y dieron positivos, los dos. Y ahí comienza la historia. Ya nos trasladan al centro de aislamiento, junto a otro compañero de trabajo que también dio positivo.

“Realmente me sorprendió. Aunque fuimos al policlínico no pensamos que estuviéramos contagiados con el virus. Fue un choque de momento. Nunca pensé que iba a enfermar de Covid. Y además de sorprendido estaba asustado porque uno sabe las consecuencias que puede traer una enfermedad como esta. A partir de ahí, ya todo fue muy rápido.

“Pensé en la familia, en todo lo que puede ocasionar el virus, y en las consecuencias que pudieran tener mis compañeros de trabajo. Comenzaron el tratamiento desde que ingresamos al centro de aislamiento. Ya en el hospital de la provincia de Holguín, aunque tenía temor, no pensé que iba a morir porque no me sentía complicado, además de que el tratamiento era efectivo, intensivo.

“Los análisis complementarios a la hora, al igual que los medicamentos, los rayos X, todos los días nos hacían electrocardiogramas, nos tomaban la temperatura, la presión, teníamos buena alimentación. Y siempre la preocupación de todos los compañeros con nosotros. La atención médica era excelente, el trato de todos en el hospital, no solo de los médicos y las enfermeras, sino de los trabajadores de servicio.

[penci_blockquote style=»style-3″ align=»none» author=»»]En audio[/penci_blockquote]

“Esperábamos el último PCR con ansias. Cuando recibimos el resultado y al salir negativos mis dos compañeros y yo, el susto ya pasaba. Aunque nunca tuve complicaciones pulmonares y de otro tipo fueron más bien leves, realmente estar en un hospital con un virus como este sentíamos temor porque uno no sabe lo que pasará al día siguiente. Es una zozobra, una espera lenta y aguda. Por eso sentimos mucha alegría cuando ya salimos negativos, porque finalmente habíamos pasado la parte mala de la enfermedad.

“Fueron 26 días en total fuera del centro de trabajo. Cuando llegué a mi departamento fue bueno, fuimos bien recibidos por todos los compañeros, siempre preocupados por nosotros. Añoraba regresar, comencé a readaptarme, y me sentía feliz de hacer nuevamente lo que me gusta.

[penci_blockquote style=»style-3″ align=»none» author=»» font_weight=»bold»]«Quisiera trasmitirles a todas las personas que tienen que cuidarse, ninguna medida es suficiente. Nunca pensé que iba a tener esta enfermedad, que está en cualquier lugar y cualquiera pueda adquirirla porque el virus no tiene cara y puede estar donde quiera. Ninguna protección es máxima, todos tenemos que cuidarnos, protegernos, proteger a la familia, a nuestras amistades y compañeros de trabajo, porque realmente no sabemos dónde está el virus. Cuando uno pasa por este proceso, aunque en mi caso no estuve grave, pero sí es triste, es complicado, pensar en los seres queridos y es muy triste estar en esta situación».[/penci_blockquote]

Ahora, Leduan Jomarrón Sao, alguien muy joven, lleno de vida y entusiasmo, se detiene más cuando mira el complicado drama de la vida. Pudo morir, como tantos, aun con su juventud. Pero no, porque la Revolución está aquí, con su grandeza, según sus palabras, para luchar por la vida de cada uno de sus hijos.

Sin embargo, siente que es otra persona, no solo por las secuelas, por sentirse muy mal en ocasiones. Sobre todo porque en tiempos de Covid-19 la vida pende de un hilo y nadie puede subestimar a la enfermedad que mata y sin piedad. Él lo sabe muy bien, porque estuvo a oscuras, lejos del camino.

/mga/

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Miguel Díaz Nápoles
Periodista, fotorreportero, realizador de cine, radio y vídeo, profesor universitario. Master en Ciencias de la Comunicación, Universidad de La Habana. Vicepresidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en Las Tunas. Conferencista sobre temas de Comunicación, Periodismo e Internet. Premio Nacional de Periodismo hipermedia 26 de Julio en 2006 y 2007. Ha sido galardonado en varias ocasiones con el Premio Provincial Ricardo Varela Rojas por la obra del año y de Periodismo Ubiquel Arévalo Morales y en otros certámenes del sector. Fue reportero del diario 26. Durante el 2001 le dio cobertura informativa a la labor de los médicos cubanos en Ghana, en el África Subsahariana y sobre sus experiencias escribió el libro Hacia el reino del silencio, publicado en 2008 por la Editorial Pablo de la Torriente Brau, de la Unión de Periodistas de Cuba. En 2000 creó Tiempo21, edición digital de los Servicios Informativos de Radio Victoria. Productor del largometraje Los Cuervos y el cortometraje Homoerectus, de producciones Acoytes-Uneac, Las Tunas. Durante 2016 y 2017 se desempeñó como editor de contenido de la Dirección General de Multimedia en Español, y de las Mesas de Redacción y Asignaciones del canal multiestatal TeleSur, en su sede central de Caracas, Venezuela.

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