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Solo un plano sobre contratos y ventas de productos agropecuarios

Las Tunas.- La contratación de los productos agrícolas para la venta a la población es un tema recurrente en la oriental provincia de Las Tunas. Hay nuevos acuerdos, medidas e iniciativas y el problema  sigue presente.

Realmente es preocupante que los mercados y las placitas estatales casi siempre carecen de viandas, frutas y hortalizas, sin embargo los vendedores privados y revendedores mantienen variadas ofertas, pero a elevados precios.

Una parte de éstos concurren a las ferias agropecuarias de sábado y domingo y llevan camiones de plátanos, cebollas, boniatos, tomates de ensaladas y de cocina, yuca, diferentes tipos de ajíes, platanitos, níspero, mamey, y otros laboran en lugares denominados cuevitas o venden en carretones, carretillas, en bicicletas o a pie en los repartos.

La mayoría de estos revendedores que mantienen un negocio estable y a precios abusivos, utilizan medios diferentes para trasladar lo que compran en los campos de la geografía tunera o en otras provincias del país. Y la Empresa de Acopio, ¿cumple con su objeto social?

En esta ciudad se inauguró recientemente un mercado agropecuario de autoservicio, climatizado y con excelentes condiciones, pero el abastecimiento es inestable. El pasado domingo solo se ofertaban latas de frutos en conservas, caras por cierto, calabazas y chopos de muy mala calidad.

La situación en el resto de los mercados agropecuarios y en las placitas es crítica, a pesar de existir en la provincia 31 polos productivos de nuevo tipo, priorizados con modernas maquinarias y equipos, así como la entrega de una notable cifra de medios de regadíos a campesinos para incrementar las cosechas.

La carne de cerdo al corte está a 35 pesos y la de bistec a 50, algo nunca visto en Las Tunas, mientras la empresa porcina disminuyó ostensiblemente su plan de producción por inestabilidad con el pienso y otros problemas.

Los vendedores de esa carne no están legalizados por lo que no pagan impuestos y las ganancias son netas; no obstante abusan de la población, lo cual no tiene una respuesta sistemática por el cuerpo de inspectores, con el consiguiente malestar de la población.

Muchos campesinos expresan su insatisfacción porque recogen y entregan parte de sus cosechas, y en ocasiones se ven obligados a esperar varios meses para cobrar, lo cual es un problema que requiere rápida solución para evitar incongruencias, pues ahí es donde se aprovechan los oportunistas que van a los campos compran y liquidan al instante.

El estado de opinión es desfavorable, los revendedores piden hasta tres pesos por un plátano, la libra de boniato está a cuatro, la de tomate de ensalada a 10 y 12 pesos, un ají pimiento cinco pesos, ejemplos que ilustran la compleja situación y la necesidad de poner orden en los precios de los renglones agrícolas en el territorio tunero, de incrementar las producciones de ciclo corto y lograr mayor organización y control en las formas productivas para evitar el desvío de recursos, todo lo cual por supuesto que afecta a la población.

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