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Conrado Benítez, un maestro de corazón

Conrado Benítez, un maestro de corazón«¡Ese maestro (Conrado Benítez) después de muerto, seguirá siendo maestro! ¡El pueblo nunca lo olvidará!».
Fidel Castro, 28 de enero de 1961

La primera víctima del terrorismo contra el magisterio en Cuba fue Conrado Benítez García, un joven negro, de 18 años de edad. Su único delito había sido ser revolucionario y servir a su pueblo.

El 5 de enero de 1961 se consumó el crimen. Sus asesinos pertenecían a la principal banda de alzados del Escambray, que cumplía instrucciones de la Agencia Central de Inteligencia, (CIA).

No era este un hecho aislado, sino parte del programa de acciones encubiertas contra Cuba aprobado por el presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower en marzo de 1960, y que hasta diciembre de 1961 en las filas de los estudiantes, los maestros voluntarios, los alfabetizadores y los campesinos que los apoyaban causó 23 muertos y 37 heridos.

Conrado nació en Matanzas, el 19 de febrero de 1942, en el seno de una familia humilde. Siendo apenas un adolescente fue limpiabotas y trabajó de madrugada en una panadería para ayudar a sus padres. Pero, aprovechaba la noche y cualquier momento libre para estudiar sin importarle el cansancio.

En 1960 matriculó en el Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas, y en abril de ese año acudió a la convocatoria de la Revolución para movilizar a la juventud hacia las zonas rurales más atrasadas, con la tarea de enseñar a leer y escribir a sus habitantes.

Estuvo entre los primeros que escalaron el Pico Turquino. Al momento de morir era maestro voluntario en el caserío de La Sierrita, donde el campesino Virgilio Madrigal le ofreció dos locales en un aserradero. Uno le servía de dormitorio y en el otro instaló un aula rural donde alfabetizaba a 44 niños.

En horas de la tarde del 4 de enero de 1961, al regreso de sus vacaciones de fin de año, Conrado Benítez estaba ansioso por llegar al aula donde le esperaban sus alumnos, quería ver su reacción cuando recibieran los juguetes y libros que les llevaba de regalo.

Un campesino le había alertado sobre la presencia de vándalos contrarrevolucionarios en la zona; pero, fue más fuerte el deseo de compartir su emoción y continuó rumbo al lugar donde alfabetizaba. Nada parecía augurar la desgracia; por el contrario, solo la alegría del reencuentro inundaba su corazón.

La banda de Osvaldo Ramírez le impidió cumplir su cometido. Esa noche fue capturado y al día siguiente, 5 de enero, su cuerpo fue encontrado semi enterrado junto al de los campesinos Heliodoro Rodríguez Linares, Luis Conesa, Antonio Navas, El Currito, y  otro cadáver no identificado.

El valor del joven maestro, su firmeza de principios exacerbaron el odio de los bandidos, quienes se ensañaron con él y después de torturarlo le cortaron los genitales y lo ahorcaron.

Fidel Castro, en antológico discurso, afirmó refiriéndose a Conrado: «Ese maestro, que murió cruelmente asesinado, no será una luz que se apague, será como una llama de patriotismo que se enciende».

El horrendo crimen tuvo una resonancia enorme en la Isla, sobre todo entre los jóvenes que se formaban como futuros maestros y profesores: en el lugar del hecho se levantó un obelisco donde se le rinde homenaje a los caídos aquel día, y la brigada de alfabetizadores creada el 17 de enero de 1961 adoptó su nombre: Brigada Conrado Benítez.

También en su honor, el poeta y maestro comunista Raúl Ferrer creó el himno de la alfabetización, que dice en su primera estrofa:

«Somos la brigada Conrado Benítez,
somos la vanguardia de la Revolución,
con el libro en alto juramos una meta,
llevar a toda Cuba la alfabetización».

El 22 de diciembre de 1961 en la Plaza de la Revolución, en La Habana, ante una enorme concentración popular el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz declaró a Cuba Territorio Libre de Analfabetismo.

/ymp/

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