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Pase de lista: blúmer, ajustador, nasobuco

El nasobuco rompe mi rutina de maquillaje antes de ir al trabajo. Ahora refuerzo el arreglo de los ojos. En mi mirada están reorientadas todas mis armas comunicativas porque con la boca tapada, ya ni recuerdo que aún puedo hablar, y bastante.

Las emociones, todas salen a través de esos dos que descansan debajo de las cejas. La alegría les trae un brillo inusual como aquellos animados japoneses; en cambio con la molestia o la tristeza, mis ojos ya no pueden esconderse tras una sonrisa disimuladora.

Dicen que son el espejo del alma, así que ahora mostramos como nunca nuestro interior.

Este uso masivo del “naso” me remite a ciertas reflexiones. Una de ellas llegó cuando de imprevisto un hombre me avasalló en plena calle y me dijo: linda!!! Con todos los signos exclamativos que quieran ponerle a su interpretación. Yo, que además usaba gafas, miré a los lados buscando una figura lo suficientemente atractiva y expuesta como para llamar esa atención. Pero era conmigo, aunque pareciera tripulante de una nave espacial. Mi primera idea un tanto utópica fue que a lo mejor la Covid-19 nos ha dado la posibilidad a los humanos de ver más allá de nuestra apariencia física.

A veces de camino al trabajo -la única razón que me devuelve a la calle- canto como algún loco conocido. Canto con ganas algún estribillo a medio aprender, sin vergüenza, porque ahora nadie me escucha ni se detiene a evaluar mi cordura. Detrás del nasobuco seguramente hay muchos locos «buena gente» rondando por ahí.

Y en todo este proceso de reflexión me he dado cuenta de que la costumbre realmente nos guía como marionetas ¿Qué hago pintándome los labios, “María”? Así como algunos que seguramente andan besándose con nasobuco puesto u otros que solo tapan la boca y dejan la nariz fuera, como si la enfermedad decidiera entrar por otros orificios no visibles.

La pandemia junta ahora en los cordeles a blúmer, ajustadores y nasobucos. Todos tendrán un destino diferente pero todos taparán importantes partes del cuerpo.

Algunas palabras quedarán selladas, algunos berrinches saldrán por los ojos, algunas coqueterías y labios rojos se resguardarán tras un pedazo de tela, los oídos siempre estarán alertas. Habrá quienes se atraigan sin saber cómo se estructura toda la fisonomía. Habrá quienes peleen por un reojo.

Lo que sí está claro es que después de esta enfermedad, yo volveré a mi normalidad y seré una loca buena gente «sin nasobuco» que canta sin vergüenza para que alguien evalúe mi cordura.

/mdn/

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