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Su unión, el premio de amar y ser amado

Las Tunas.-  El amor hace maravillas y las maravillas casi siempre se mantienen o se muestran por amor.  Formar una familia, conservarla y respetarla es parte de ese sentimiento que ilumina y estimula a los seres humanos.

Eso pasa con Aldo Rodríguez Prieto y Osmaida Escalona Guerra, campesinos asociados a la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Omar Pérez Pérez, de San Gregorio, en el municipio de Las Tunas.

Ellos se conocieron un día cualquiera de hace muchos años.  El tiempo que ha pasado desde entonces no mermó sus sentimientos.  Al contrario, los multiplicó en la familia que formaron, aunque los hijos de ella no tienen la sangre de él.

Sencillamente, se aman, comparten las tareas y disfrutan la cercanía de su otra mitad.

Aldo: «Mi esposa es maravillosa.  Gracias a ella hemos podido lograr lo que hoy tenemos.  Lo mismo me atiende en la casa que en el campo.  Muchas veces me lleva el desayuno, el almuerzo, la comida y hasta hace guardia conmigo.  Tengo que ponerme fuerte para que regrese a la casa porque tenemos un bebé, que es nieto y que quiero como a un hijo.  Ella es una gran mujer.  En muchos momentos ha estado en el surco conmigo, a cualquier hora, regando agua, en el fango, bajo el frío…  Era una mujer de pueblo, con niños chiquitos, y dejó la ciudad, sin pedir nada a cambio.  Creo que es digno de reconocer.  Siempre compartimos todas las actividades. Todo se ha hecho con mucho amor.  Por todo eso hemos logrado estar donde estamos».

Osmaida: «Ser esposa de una persona tan complicada como Aldo no es fácil- ríe- yo pienso que deberían darme un mérito.  Él es miembro del Comité de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños en el país, delegado del Poder Popular, presidente de la CCS… Entonces, atender las labores del campo y también las de la casa es un poco difícil.  No me exige nada, al contrario.  Hace todas las labores conmigo, me comprende y me ayuda muchísimo.  Hasta dice que yo trabajo más que él.  Cuando no voy al campo le llevo el almuerzo y hago las labores de la casa.  Él es maravilloso.  Yo tengo dos hijos que no son de él y un nieto, pero pudiera decir que sí son porque desde chiquiticos están a su lado.  El bebé es como hijo de él, tiene siete años y vive con nosotros.  Me ayuda con mi familia y sobre todas las cosas, comparte sus actividades conmigo».

El hogar de Aldo y Osmaida, en la comunidad rural de San Gregorio, transpira amor. Ellos son una más, entre tantas parejas que celebran este 14 de febrero el Día de los Enamorados.

Pero, en su actuar, en sus miradas, y en sus palabras, se marca la diferencia porque consideran que no todos los días se recibe el premio de amar y, de manera recíproca, ser amado.

Tienen proyectos, se proponen metas y analizan cómo hacer mejor las cosas, porque cada día, cuando el sol nace y se pone, ellos están juntos.

/mdn/

 

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