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El tiempo será el que dicte la sentencia

‘-¡Te dije que no me colmaras más la paciencia muchacho! Mira…!piérdete por ahí antes de que te dé lo que te toca! Óyeme, lo único que hace es molestar!

Agresiones verbales de este tipo se hacen cada vez más comunes de padres a hijos.

¿Hemos aprendido a convivir con ellas? Las normas jurídicas en Cuba reafirman el principio constitucional de que el Estado reconoce a la familia como la célula fundamental de la sociedad. Por tal motivo todo lo que genere disturbios en ese marco tan pequeño puede repercutir en el desarrollo psico-social de los individuos.

Como se dice comúnmente «los niños son una esponja». Ellos no tienen la capacidad de seleccionar el medio ni los contenidos a los que se exponen, mucho menos de discernir qué está bien o qué está mal.

El motivo de esta reflexión es la experiencia que he tenido como espectadora en escándalos públicos de padres que agreden a sus hijos, la mayoría de las veces verbalmente, cuando cometen alguna travesura propia de la edad. En ocasiones no logro determinar cuál detonante hace perder la cabeza al padre o la madre para responder de forma agresiva.

Cuando el niño empieza a llorar, se crea toda una atmósfera de quienes, desde la distancia, se preguntan: ¿qué pasará en la casa? Quizás el maltrato físico no esté presente en muchos de estos casos, de todas maneras el daño psicológico está ahí y evolucionará en forma más aguda con el crecimiento del infante.

Estos sucesos pueden pasar desapercibidos para algunos y es alarmante que no sean visibles para la sociedad.

Las leyes desempeñan un rol importante, conocerlas nos daría una posible solución al problema. Daisy Torres Álvarez, fiscal jefa del Departamento de Protección a la Familia y Asuntos Jurisdiccionales en Las Tunas, explica que «una vez iniciado un proceso penal en virtud de un hecho en el que un menor de edad sea víctima, la fiscalía a través de los mecanismos establecidos comienza a brindarle protección, siempre evitando la re victimización. Los procesos son acompañados por un psicólogo para manejar posibles afectaciones de la conducta.

«El código penal tiene diferentes sanciones en dependencia de la naturaleza del delito, de la peligrosidad social, de la connotación que tenga el hecho. En el caso de los delitos que atenten contra el normal desarrollo de los menores, por ejemplo padres que incumplen con sus responsabilidades, la ley tiene sanciones desde tres meses hasta un año de privación de libertad. En cuestiones más graves como la corrupción las penas varían de cuatro hasta 30 años e incluso la pena de muerte, cuando lo amerite.

«Sí pienso que el código penal debería tener especificaciones para diferentes formas de violencia, pues hay delitos que no son sancionables por la ley a pesar de que atenten contra los derechos humanos».

Los hijos legitiman de alguna forma nuestro paso por la vida. Decidir engendrarlos es la primera prueba de muchas y ello implica un compromiso. Ser buen padre o buen madre significa enfocarse en hacer de los hijos mejores personas, pero eso solo será posible si nosotros aprendemos a serlo también.

Los maltratos irracionales solo nos separan de ese objetivo, es momento de cambiar. Recuerde que el tiempo será el que dicte la sentencia.

/mdn/

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