En la antigüedad el piropo era usado por los romanos para nombrar a piedras finas llamadas granates, de color rojo rubí que regalaban a las mujeres que querían enamorar. Esta piedra simbolizaba al corazón y a sus sentimientos más profundos.
Con las desigualdades económicas, algunos tenían que suplir estas piedras por palabras hermosas y como la situación hoy no ha cambiado mucho, los piropos continúan, lo que a diferencia de tiempos anteriores ahora se le atribuye un lenguaje ingenioso.
De este ingenio surgen unos que sacan lindas sonrisas a las féminas en las calles. Algunas se sorprenden de que todavía existan quienes piensan en tan agraciadas palabras y frases elocuentes.
Pero como toda regla lleva excepción, el piropo también las tiene y es que hay quienes incluyen en su repertorio vulgaridades a una velocidad que produce miradas repulsivas y malos tratos a quienes los emiten.
Si se necesita en algún momento resaltar unos bellos ojos o el cuerpo atlético de alguien, ¿será necesario realmente emplear frases como?, «mami, estas riquísima; te voy a comer chula».
Otros optan por el silencio y como los ojos son las ventanas del alma, pues se agradece que no pronuncien palabras, solo con mirarlos puedes imaginar la oración con puntos y comas.
Culpar a la escuela, a la familia y a los medios de comunicación no es la solución, este tema se trata con regularidad, empezando desde obras literarias como Romeo y Julieta, hasta menciones dirigidas hacia las correctas formas de comunicarse.
«Deberías mirar las estrellas más a menudo para que veas tus ojos reflejados en una de ellas», sí, definitivamente yo cedería frente a tamaña belleza de piropo ¿y tú?
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