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Pensar en Camilo todos los días

Ulises Espinosa Núñez

Pienso en Camilo Cienfuegos todos los días, no como un ícono místico, sino como  aquel joven de cuna humilde y magisterio clasista quien, frustrado socialmente por la dictadura de Fulgencio Batista, alcanzó la gloria en los campos de batalla, y emergió como un líder político muy popular y querido, carismático, pero sobre todo educador de las masas, por lo que era, a solo 10 meses de la victoria guerrillera, uno de los más entrañables dirigentes de la Revolución cubana.

Antes de ser el Camilo que fue, en la etapa pre revolucionaria protestó en las calles contra el régimen batistiano, acompañando a la vanguardia estudiantil de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), por la que fue herido y apaleado, vertiendo sangre para la Revolución, como diría su padre Ramón, al lado del hijo que convalecía después de una confrontación con las fuerzas policiales del dictador.

Quiso ser escultor y no pudo, buscó el sustento como dependiente y fue poco para quien, inquieto, buscaba mejor suerte económica para su familia, y pensó que en la tierra prometida de Estados Unidos la encontraría, y por eso lo registraron en ese país como emigrante indocumentado.

Una segunda ocasión ya no fue para lavar platos o fregar autos en Estados Unidos, sino para encontrar el camino de la insurrección, a la cual lo llevó el exiliado del Movimiento Revolucionario 26 de Julito Díaz, y en consecuencia arriba a México para unirse a Fidel Castro y al destacamento expedicionario del yate Granma.

No viene al caso la reticencia de Fidel a aceptar a aquel desconocido sin credenciales de luchador político que, además, no pertenecía al Movimiento 26 de Julio, ni lo enviaba nadie; sin embargo, Camilo fue apoyado por algunos de los insurrectos, y siendo el último en la nómina de los combatientes que se entrenaban en la nación azteca, ya en la lucha armada fue el primero, el Señor de la Vanguardia.

Fue de los que no se desorientaron tras el golpe militar en Alegría de Pío, el 5 de diciembre de 1956, después del desembarco al amanecer el día 2 en playa Las Coloradas; y estaba entre los 12 que se reagruparon y buscaron la Sierra Maestra, hasta el reencuentro con Fidel el 18 en Cinco Palmas, y de ahí en lo adelante tal como era: el soldado criollo, alegre y propenso a las acciones más riesgosas, quien rápidamente demostró cualidades y talento combativo superiores que lo hicieron resaltar como guerrero, respecto a lo cual dijo el Che Guevara: «ya al terminar la guerra, Camilo era  el más brillante de los guerrilleros».

Designado como el Jefe de la Vanguardia, estaría siempre primero en las acciones combativas, para proteger el avance de las tropas del Ejército Rebelde, del que sería uno de sus primeros comandantes, ascenso del cual supo mientras cumplía misión en los llanos de la provincia de Oriente, en el triángulo Bayamo-Las Tunas- Holguín, (hoy provincias) donde consagró la popularidad de su legendaria figura.

Si valiente y audaz en la guerra, en la paz fue un esclarecido jefe militar muy querido, respetado y paradigmático líder político, que dedicó sus energías y desvelos a orientar al pueblo en la unidad en torno a la causa de la Revolución, a la que incorporó al Ejército Rebelde, concebido por él como el pueblo uniformado y no una fuerza castrense tradicional, como la recién derrotada.

El Comandante Camilo Cienfuegos resultó un educador político, inculcando en las masas, los soldados y policías, la lealtad a Fidel, lo que resaltó enfáticamente  después del triunfo del primero de enero de 1959, cuando todo sería más difícil, pues había que construir un país de justicia social y desarrollo económico, sobre las ruinas del régimen anterior.

Precisamente en sus múltiples discursos, apuntaba que el Ejército Rebelde dejaría los cuarteles para convertirlos en escuelas, y convocaba a los trabajadores, los campesinos, los estudiantes y los soldados a marchar para defender estoicamente la obra revolucionaria frente a los traidores y las agresiones de las fuerzas enemigas del imperialismo yanqui.

Así ha sido a lo largo de los 59 años del triunfo, y por eso Cuba y su Revolución resultaron invencibles en Playa Girón, en la Crisis de Octubre, en la lucha contra bandidos, frente al bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos, que es lacerante para el país, pero sus impactos no pudieron lograr la rendición, y es porque los cubanos en la resistencia no olvidan a Camilo, como si recordaran cada día las palabras del Comandante en Jefe Fidel Castro, cuando dio por desaparecido al héroe dejándolo en la mística leyenda, luego de 16 jornadas de su búsqueda después de su desaparición el 28 de octubre de 1959:

…» y lo único que nosotros podemos pedirle a nuestro pueblo, que cada vez que la patria se encuentre en un momento de peligro, se acuerde de Camilo; cada vez que el pueblo vea momentos difíciles, cada vez que los hombres jóvenes, los campesinos, los obreros, los estudiantes, cualquier ciudadano, crea un día que el camino es largo, que el camino es difícil, se acuerde de Camilo».

Tal vez, por tener la misma fibra que Camilo y pensar en él cada día, es que los cubanos han resistido años de combate, agresiones y bloqueo, sin dejar de echarle flores al mar y los ríos, en lagunas y arroyos, como si en los espejos de agua emergiera su entrañable figura.

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