Las Tunas.- Tras largos años de acentuadas carencias, abrir la llave y ver el agua caer es un hecho que hoy se celebra en un gran número de viviendas de la ciudad de Las Tunas, gracias, principalmente, a las nuevas electrobombas instaladas en El Rincón, el mayor sistema de abasto de la provincia.
Aunque muchas personas aún no han tenido la dicha de verla fluir, hay que reconocer que en buena medida las dificultades con la cantidad o disponibilidad del líquido van quedando atrás. Resuelta una parte del problema, ahora las preocupaciones radican en su calidad.
Más de una vez, ante los micrófonos de la Radio local, directivos de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado en la provincia han explicado que la rotura de la toma flotante en la presa El Rincón es una de las principales causas de la elevada turbiedad del agua.
Alegan que en ello pesa, además, el mal estado que por sobrexplotación tienen los sedimentadores, filtros y otros aditamentos de los módulos de la potabilizadora, entre otras muchas razones.
A pesar de que nos llega turbia, aseguran los especialistas, el agua cumple con los parámetros establecidos para ser consumida; así lo certifican los muestreos confiables y sistemáticos realizados en laboratorios de la Delegación de Recursos Hidráulicos y de los centros de higiene y epidemiología.
Ese es un argumento que no dudamos ni cuestionamos y, por tanto, lo respetamos. Sin embargo, quienes lo sostienen no podrán dejar de reconocer que ni con esos ni otros tan o mejor fundamentados, pueden convencer de que el agua es segura, que está bien, que es potable, cuando su color es amarillo- verdoso y trae alta la cantidad de sedimentos o limo. Pura lógica.
En ello quizás mucho influya eso de que vista hace fe y lo que no entra por los ojos… ya sabemos, es muy difícil, por no decir imposible, que entre por la boca.
Y ya que hablamos de visión no olvidemos que la calidad microbiológica del agua es primordial para el consumo humano, pues los mayores riesgos de enfermedades causadas por microorganismos patógenos están relacionados con la ingestión de este líquido contaminado.
Entonces hay que insistir en que no se desatienda ni descarte nada que pueda hacerse por mejorarla.
Indiscutiblemente se impone reforzar el control y la vigilancia sobre la suministrada en la ciudad de Las Tunas, no sea que como los análisis de laboratorio arrojan que turbia, cómo nos llega hace ya algún tiempo, está apta para el consumo, se oficialice o, peor aún, se eternice la entrega así del agua nuestra de cada día.
/mga/
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