Por: Dayana García Roldán
Las Tunas.- En un lugar conocido como El Almendrón, en la zona del actual municipio de Manatí, vivió una niña criada en un cuartel de rebeldes. Su padre, descendiente de mambí y colaborador directo del movimiento revolucionario, estampó en su hija la entraña guerrillera.
Para Migdalia Igarza Ávila sobrevivir en medio del fuego cruzado, con asedio enemigo y ser testigo de la génesis de la Revolución Cubana, significa privilegio y herencia familiar. Alguien por cuyo torrente sanguíneo corre machete y fusil, solo puede tener convicciones de acero.
Regresar sobre sus propios pasos, la obliga a ir y venir en el tiempo. De los pasajes de su vida, quizás uno de los que recuerda con mayor orgullo, es el referente a su superación. Migdalia cree en ella misma, en su poder para cambiar cosas; pero más fe le tiene al poder del conocimiento.
Aquella campesina, con un cuarto grado de enseñanza, encontró en el triunfo de enero de 1959, el viento que le abrió las puertas hacia el estudio. A sus 21 años, entre tres opciones de carreras técnicas, la joven escogió la de hacerse mecánica tornera, al tiempo que continuaba superando sus niveles escolares.
Ese constituyó solo el comienzo para Migdalia, porque ella también incursionó en la Comunicación Social y el Periodismo. Profesiones que la acercaron durante varios años a la emisora Radio Victoria.
Las facilidades que descubrió tenía para comunicar, la llevaron a desempeñar labores en Educación, como divulgadora. Tanto ha sido el andar y el hacer, que sus huellas están dispersas en casi toda la región.
De vuelta a la época en la cual Cuba renacía, le provoca hablar sobre los primeros vestigios de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), de los que se sabe miembro fundadora y delegada al primer congreso. Y como del dicho al hecho está el gran ímpetu de Migdalia, ha sido coordinadora de zona y presidenta de CDR, desde siempre.
Actualmente, vecina de la zona número ocho y CDR uno, del municipio cabecera, siente el apoyo del barrio en cada actividad, tarea o iniciativa. Ella se percibe como una voz que dice, agrupa y una mano que ejecuta. Motivo por el que asegura las personas la siguen y tienen un movimiento constante en su demarcación, hoy vanguardia nacional.
Palabras provenientes del más sentido común emergen de Migdalia cuando comenta sobre su labor como representante de la organización en la comunidad. Ella tiene la convicción y así lo evidencian sus acciones, de que al pueblo, dígase todos los grupos etarios, hay que motivarlo.
Esta mujer, junto a su esposo, forman un equipo que ostenta cuanto premio y reconocimiento otorga los CDR. Ello encierra el compromiso de ser líder para que las cosas salgan bien, sin importar las circunstancias. Y de alguna manera, sentirse útil, retribuirle a lo que tanto le ha dado.
Vísperas al aniversario 64 de fundados los CDR, Migdalia Igarza entiende que hay mucho por lograr todavía y se incluye, porque sus fuerzas no merman. En los deseos de esta incansable por conservar lo bueno, están los de mantener la unidad de la gente, luchar por el fortalecimiento de los valores, el estudio de la historia y la constante motivación.
Otra vez, hurgando en la memoria, vuelve la niña cuya familia fue encañonada en repetidas ocasiones por los guardias de Fulgencio Batista. La misma pequeña que creció en un campo y plasmaría su nombre en diferentes sitios. Ahora, mayor en edad y espíritu, hija ilustre de Las Tunas.
Migdalia se identifica como cubana, eterna cederista y como agradecida, principalmente eso, agradecida.
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